O lo que es lo mismo: unos gramos de epentésica nostalgia dedicados a todos aquellos que, como el pajarraco que suscribe esta entrada, mamaron toda esa etapa de garitos de 3 libras el pase y la birra, y aforo de no más de 200 adictos y adictas sudorosos, con chupa de cuero, camiseta y mallas desgarradas, y botas militares. Aquella profana ceremonia de pogo, imprecaciones y escupitajos (y eso con suerte), que emergía en medio de la chirriante marabunta sónica destilada entre el sinfín de acoples, latigazos sobre el goliat o el crash y estribillos vomitados a grito pelado.
Aunque, bien pensado, ¿para qué tanta nostalgia? A tomar vientos la melancolía, porque el punk, a fin de cuentas, hoy es tan dead o más que Trotski, Lenny Bruce, Elmyr de Hory -no os perdáis su increíble biografía-, Shakespeare, Sancho Panza o la mismísima etapa punk de The Stranglers. ¿Y no es mejor así, o es que al final resultará que el punk tenía algún futuro? No más héroes, ¡qué demonios! Ni siquiera el joven "esposo infernal" que fue Rimbaud.
Por otra parte, hoy han salido de prisión Ismael, Daniel y Javier, los tres jóvenes encarcelados, como bien sabréis, de forma arbitraria e injusta como venganza por el éxito de la jornada de huelga (digámoslo a las claras, porque las causas jurídicas oficiales eran una pamema). Estos 35 días últimos no se los devolverá nadie, pero nos congratulamos con su vuelta a la libertad. Ahora solo falta Laura.
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