aborrecer el 12, invitado entrometido que rehúsa irse, carcelero de una promesa errática arrancada con vileza al papel de la madrugada; me acurruco entre la propia sombra y me entrego al resplandor exterior repentino con la ebriedad moribunda de quien se deja existir por otro, que mueve los hilos y escupe sobre la orquesta, que prescinde de las cavas para arrojar su tulipán en
los hemisferios donde se somete el minotauro (fue 12 horas antes de que una emotiva -tal vez en exceso- lectura de las
Coplas... provocará el llanto indefenso de una alumna, en una mañana tan insustancial como aciaga, en la que el ángel tiró los dados a la vía sin atreverse a pensar en la siguiente jugada...) y tropiezo con este poema, "Suicidio", pérfido como la sibilina tea que enciende la más airada discusión… y que me hace sonreír con vanidad superviviente, como un payaso sin nariz ni circo saliendo indemne una vez más de otro 12 de mierda...
me dijo que había puesto el gas al máximo
sin llegar a arder
pero cuando llegué allí
a las 11,30 p.m. el gas ardía y
él estaba borracho tendido en el sofá
con su perilla desaliñada:
"era ya demasiado", me dijo,
"me puse a pensar
y era ya demasiado".
lo cual está bien, nosotros que pensamos
o trabajamos con palabras, nosotros que esculpimos
podemos enfrentarnos a esto, especialmente
si creemos en nuestros tempranos éxitos
y creemos que el juego está ganado
pienso en Ernie quitándose de en medio
cuando llegó su hora
y pienso en Frost
aún aquí,
lamiéndole las botas a los políticos,
contando las hermosas mentiras
de una mente huera,
y pienso,
bueno, que Ernie ha ganado
otro asalto
le echo un trago al chaval
¿me echo una para mí, chaval?
diablos, tiene 30 años, mujeriego
y maestro de la lengua
inglesa con
un alma de cáscara de cacahuete
¿y yo?, ¿y yo? nada más
bebemos y empieza a hablar sin parar acerca de
pequeñas ofensas. más tarde me marcho,
los dos vivos
el domingo siguiente me cuentan,
mi amigo estuvo en San Francisco
vestido con una pajarita verde
leyendo sus poemas a
una sociedad de damas anacrónicas
me dicen que
las gaseó hasta matarlas.
(trad. de J. M. Moreno Carrascal)