viernes, 26 de octubre de 2012

II Premio Delirium Tremens

Así rezaba el titular aparecido hoy en la edición digital de Público: "El Rey alaba en la India a Rajoy por unas medidas 'que ya están dando frutos'". "¡Pues menos mal que el brindis realizado durante el almuerzo ha sido con agua!", nos espetaba Rambó con su habitual desparpajo cínico, mientras leíamos la noticia. Ya se sabe que fuera de nuestra casa, todos tendemos a acumular comportamientos excéntricos que jamás seríamos capaces de tener en casa, y que incluyen desde el descerebrado balconing hasta las kurdas modelo "voy a despertar a toda la planta del hotel aunque sean las tantas de la mañana cantando una de Raphael", el abuso en los lugares comunes en los insoportables reportajes fotovideográficos, o el enésimo intento de entrar en chanclas y con calcetines al museo o templo de turno. Además, por otra parte, ¿quién se atreve a negar, en estos tiempos de globalización y muy señora mía, que la oportunidad de trabar contacto con otras culturas y modos de vida no solo nos aporta nuevos puntos de vista desde los que enfocar la realidad, sino que asimismo nos enriquece (en el buen sentido de la palabra) como personas?

Y es en ese contexto de excentricidad y puntos de vista alternativos de quien viaja, en el que debemos ubicar esta repentina e inesperada profesión de fe en las bondades del método Rajoy por parte del monarca. O al menos esa era la opinión de Nadie esta tarde. Un parecer rápidamente rebatido por el resto de la redacción (incluido su vástago), para quienes simplemente nos enfrentábamos ante la penúltima salida de pata de banco real.

Y de poco ha servido que Nadie (seguramente por solidaridad corporativa -de monarca y de capa caída-) abogara por otorgar una nueva venia al más campechano y dicharachero de los monarcas que se atan y bien atan, y más cuando, para el Politropos, la única intención que tenía el buen hombre era echar un capote vendiendo a los empresarios indios la tan manida (y hoy tan socarrimada) marca España. Para entonces, el jurado formado por Rambó, Dosto, El Manco y Telémaco -en representación de S'Peare, monárquica empedernida, a la que se vieron obligados a encerrar en el cuarto de baño para que no impidiera la votación- ya había decidido otorgar por unanimidad el II Premio Delirium Tremens al Inviolable, constituyéndose así en digno sucesor de Vela, Bañez y Sáenz de Santamaría, triunfadoras ex aequo de la primera edición.

Y no es para menos, porque teniendo en cuenta realidades como la convocatoria de huelga general en ciernes; los más de 500 desahucios de media diarios (algunos con desenlaces tan dramáticos como el que se producía hoy en Granada); la probada intención de medio país (y no nos referimos solo a catalanes o vascos) de dar portazo y largarse; las denuncias de Amnistía Internacional de los continuados abusos policiales en la represión de la protesta social; o la secretaria de Estado de Empleo calificando de dramáticos los datos sobre el desempleo que se van a dar a conocer hoy mismo, convendréis que las buenas vibraciones del cada vez más autodeconstruido monarca hayan sido leídas por el jurado en clave de aciago delirio, y le hayan hecho justo vencedor de este descalabrado premio, por más que luego alguno haya intentado justificar el veredicto en la probada vocación proboscidia mostrada por el galardonado. En fin. Vayan desde aquí nuestras más sinceras felicitaciones.


P. D. (Al albur de la concesión de otro premio): "Respecto a la cultura en general, he escrito un articulo hace no mucho en el que decía que estos presupuestos y el hecho de que las bibliotecas públicas tuvieran presupuesto 0 para 2013 me parecía grave y que el actual Gobierno empieza a recordar la actitud del franquismo hacia la cultura, que siempre la desdeñó cuando no le fue abiertamente hostil. Creo que siempre se puede recortar de una cosa u otra en mayor o menor grado, pero veo que este Gobierno recorta en Cultura, Educación y Sanidad publica, que son de las cosas que a la gente más le importan y más centrales para la sociedad". Gracias, Javier Marías, por ese verdadero himno a la autenticidad (y no a la "sinvergonzonería") que hoy has entonado cuando has rechazado el Nacional de Narrativa. Maestro.

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