rompe ya la tela, mi hechicera!
porque nadie te ha codiciado tanto como yo. no habrá noche, ninguna más, ni eco ni oscuridad como esta. acorrálame con tu sombra hasta no dejarme escapatoria! y prende tu vientre eléctrico en mi corazón a la deriva, en su narración anónima de tiempo vencido sin arboladura; toma mi bajel, mi ciudad, mi país, llégate por cualquiera de sus caminos de fuego y beber huidizo, rodea sus traviesas de papel de fumar, olvídate a sus descampados, a sus quimeras angostas sin amanecida, y enhebra tu canto, mece su aliento en mi soledad exaltada. como la salmodia de alguna sirena envidiosa, el teléfono no dejará de sonar mientras fluimos en la noche y el beso lunar, audaz como la vida, se entrega a su aullido, a su caricia imperfecta. y será tan dulce la tiniebla! ...que invitará a recogerse en un último adiós con aroma amargo a despedida
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