viernes, 9 de noviembre de 2012

Anticuerpos

por más qué tanteaba la imagen en los confines de su mirada, no retenía más que vidrios rotos, perfiles irreparables, márgenes de dolor cada vez más estrechos. aquel desfile de añagazas de la memoria y desencuentros pudorosamente distanciados consumía sus últimas briznas de hálito instantáneo ocultas con extremo celo tras el pentagrama existencial.

libre finalmente de la necesidad de respirar, se destejió a sí mismo de soslayo. el silencio rebosó de densidad marina en el instante en que sus venas recobraron la ficción de hollar un último corazón, al que consagrar el lunar latido de su alma insular. había estado bajo esa red en otro tiempo, compartiendo el mismo tálamo, tal vez bajo otro timbre, vegetal o animal, aunque ahora se aplicaba en deshuesar otro tiempo indolente y centrífugo, cultivando en la cicatriz el espejismo engastado de la parca eternidad.


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