Pero no, insisto, estas líneas no parten de la joya de Rajoy sino del merecido asueto del que este fin se semana disfrutamos los diversos autores de esta bitácora (ya sabéis, S'peare, Dos, Rambó y el Manco). Supongo que es lo que tiene estar todo el día con la antena puesta intentando hallar algo interesante para explicaros, uno aprovecha que el jefe no está en el συμπόσιο, se entrega con fruición al vino, pasa de mezclarlo con agua, fuma más de la cuenta, habla por los codos -incluso por los de los demás- y empieza a declamar -cuando no gorjear- himnos a Apolo, hasta que la realidad se desdibuja y se entrega a un giro y otro giro y otro... y todo comienza a dar vueltas de campana hasta que, de repente, no sabes cómo, la peonza deja de girar...
...y ya es lunes de resaca a primera hora de la mañana y te encuentras en una pastelería, cara a cara con un pollo preso en su mona de pascua, que por más que intentas evitarlo no deja de mirarte fijamente a los ojos, con esa expresión entre pirada, puñetera y salida que sólo un pollastre (mal)hecho con cuatro hilos es capaz de tener. Y observas a tus colegas, con más o menos grados de nepéntesis que tú, y todos como paralizados por la mirada hipnótica del polluelo de mal agüero, y el pastelero a lo suyo, zalamero con la clientela, y los niños de la mano de sus despistados padres, el mundo que sigue su camino, y nosotros presos del amarillo, esperando alguna señal del tipo NEVERMORE, o un mensaje oracular ("¡Jamás saldréis de la crisis, estúpidos!"), una afirmación de la existencia de dios o una insensata irreverencia surgida de un trino. Pero no, el pollito permanece impasible, esperando a que tú mismo te consumas lentamente en el fuego de tu propia impaciencia vital y la necesidad de encontrarle un sentido incluso a tus días más absurdos.
En fin, os dejamos aquí la imagen del pollo. Procurad eso sí, no mirarle a los ojos -¡nunca se sabe!-. Vaya asimismo en su homenaje este "Alicia", tema de Glutamato Ye-Yé que según las crónicas de reputados escritores manchegos, a punto estuvo en su día de representar a España en el festival de Eurovisión, y del que hemos cogido prestado el estribillo para perpetrar el título de esta entrada.
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