miércoles, 8 de agosto de 2012

Hestío...

arrecia el mediodía. parque. asientos a lado y lado. enfrentados el azar y la contradicción. un hombre, una mujer, rumor de niños en ausencia de imagen, otro hombre, otra mujer, la mirada invertebrada, atenazada en un escrúpulo de sus mentes. no hay estela ni diálogo, tan solo el gesto extranjero. la vida prolonga su marcha en el aire o el subsuelo, dejando para la superficie un poso de ceniza ajena al olvido.

desagüe. transistor. reflejo de una infancia en tránsito. un joven graba en una flor cuanto sobreviene. dos hombres de mediana edad arrastrando una lavadora. una cometa virando hacia la veleta del campanario. el lastrado andar de un joven en camino de metamorfosearse en chatarra se rompe inesperadamente con un plano cenital sobre la sombra de una niña en un columpio, que deviene primer plano de madre superada por la ingravidez de una mariposa. leve brisa de sobremesa. el fulgurante sonido de una sirena de nadie.

al fin un instante que maldecir, en esta hora circunspecta en que me obstino en rebuscar qué hay o hubo de auténtico en mi existencia, dónde quedó el juego, dónde empezó la representación. el primer plano se retuerce sobre uno mismo hasta atravesar las pupilas y avivar el magma espiritual. tentación de fundido en negro, de negativo roído en el pozo de un vaso tardío, verde sobre rojo, astillero frente a crucigrama, el surco cansino, encolerizado y ciego, interroga al flexo sin obtener respuesta, cigarrillo esquivo demorado en reguero, condenado al frío voyeurismo de uno mismo en el otro.

arrecia el atardecer. parque. asientos a lado y lado. enfrentados el azar y la contradicción.

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