"Olvidado en vida. Döblin no estaba bien situado. No caía bien. Para la izquierda progresista era demasiado católico, para los católicos demasiado anarquista; para los moralistas le faltaba firmeza en sus tesis, para el programa de noche era demasiado poco elegante, para la radiodifusión didáctica demasiado vulgar [...]. El mundo de Döblin no se cotizaba ni se cotiza" (Günter Grass).
"En Berlín la gente se ríe mucho. En Dobrin, en la esquina de la Kaiser-Wilhelm-Strasse, hay tres sentados a una mesa, un patán gordo, que es un gracioso, y su chiquita, una cosa redondita, si no chillase tanto al reírse, y luego otro, que es amigo suyo, de quien no hay nada que decir, el gordo paga por él, y él se limita a escuchar y a reírse por obligación. Son gente bien. La fulana redondita le pone la mano en la boca cada cinco minutos a su ricachón y grita: «¡Qué ocurrencias tiene!» Entonces él le chupetea el cuello, la cosa dura sus buenos dos minutos. Lo que piensa el otro, que mientras tanto los mira, no les interesa. El ricachón dice: «Y entonces ella le dice: ¿Pero qué ha hecho usted conmigo? Y luego le dice: ¿Pero qué ha hecho? Y a la tercera: pero qué hacha.» El acompañante hace una mueca:«Eres un pillo redomado.» El fanfarrón, satisfecho: «No tan redomado como tú, deslomado.» Beben caldo y el gordo sigue contando chistes. [...]
También muchas mujeres y chicas van por la Alexanderstrasse y la Alexanderplatz, con un feto en el vientre al que la ley protege. Y mientras, fuera, las mujeres y las chicas sudan con este calor, el feto se está tranquilamente en su rincón, la temperatura es exactamente la que le conviene, y se pasea por la Alexanderplatz, pero muchos fetos no lo pasarán bien luego, harían mejor en no cantar victoria demasiado pronto.
Y hay otros que andan por allí, robando lo que pueden, unos tienen la tripa llena, otros piensan en cómo llenársela. Los almacenes Hahn están completamente derruidos, pero los demás edificios están llenos de tiendas, aunque sólo parecen tiendas, en realidad no son más que gritos, gritos de reclamo, trinos, arrullos, gorjeos sin bosque.
Y volví el rostro y vi todas las injusticias que hay bajo la capa del cielo, y he aquí que había lágrimas en los que padecían injusticia sin que nadie los consolara, y los que cometían la injusticia eran demasiado poderosos. Y alabé a los muertos, porque habían muerto ya. A los muertos elogié. Cada cosa tiene su tiempo, coser y desganar, conservar y arrojar. A los muertos elogié, que yacen bajo los árboles, que duermen."
(Berlin Alexanderplatz, trad. de Miguel Sáenz)
P.D. Nos ha parecido interesante incluiros un enlace al sensacional artículo (como toda su web, dedicada prácticamente en exclusiva a la vida y obra de Rainer Werner Fassbinder) de Rafael Morata, "Fassbinder y Franz Biberkopf cara a cara", en el que el autor recrea el diálogo existencial y artístico que el cineasta alemán mantuviera con el personaje protagonista de la obra maestra de Döblin, finalmente cristalizado en su monumental versión televisiva del libro.
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