Y al tiempo que nos ofrece una copa de vino tinto y unas olivas, y el buen hacer de Thelonius Monk, nos comenta su relativa sorpresa por la escasa, casi nula, presencia (al menos en comparación con la prensa argentina) que en los medios de comunicación españoles ha tenido el 50 aniversario de la muerte del genial escritor sureño, precisamente ayer, 6 de julio. Quedamos pensativos todos y mientras Martín prosigue con el dibujo en el que lleva un par de semanas enfrascado, El Manco, Rambó y yo, fieles a nuestra querencia (ver enlace), decidimos husmear sin tapujos en la biblioteca de nuestro colega (a todo esto, faulkneriano empedernido) en busca de alguna respuesta al enigma. Y ha sido en el volumen de Cartas escogidas, en el que, quien esto escribe, ha hallado lo siguiente: "Mi ambición, como persona reservada que soy, es que me borren y echen de la historia, sin dejar rastro, sin más restos que los libros publicados; ojalá hace treinta años hubiese tenido suficiente perspicacia para prever lo que iba a ocurrir como algunos isabelinos, y no los hubiese firmado. Es mi propósito que, vencidos todos los esfuerzos, la esencia y la historia de mi vida, que en la frase equivalen a mis exequias y mi epitafio sean ambas: Compuso libros y murió." No cabe duda de que la prensa española se ha aplicado a la hora de poner en práctica al pie de la letra la recomendación del escritor.
P. D.: En un día tan señalado como hoy ("A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición"), no quisiéramos olvidarnos de ese otro gran escritor norteamericano, contemporáneo de Faulkner, Ernest Hemingway: "Pobre tipo, tener que casarse tres veces para descubrir que el matrimonio es un error, y que la única manera de obtener de ello la paz es (si se está lo bastante loco para casarse) conservar la primera y mantenerse alejado de ella lo más que se pueda, con la esperanza de sobrevivirla algún día. Entonces al menos estará uno a salvo de casarse con cualquier otra -lo cual sucederá inevitablemente si alguna vez se divorcia de ella. Al parecer, el hombre puede curarse con medicinas, bebida, juego, mordiéndose las uñas y escarbándose la nariz, pero no casándose". No es Groucho ni por supuesto Hem hablando de sí mismo. Sigue siendo Faulkner.
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