miércoles, 25 de julio de 2012

La tierra de los feacios

¿Fondo de liquidez autonómico o fondo de rescate autonómico? ¿Línea de liquidez o puramente rescate? Es más, ¿deberemos finalmente eliminar la palabra rescate de nuestros diccionarios? ¿Optamos por salvamento? ¿O liberación? ¡Redención! ¡Ayuda! No, mejor, restitución, ¡RECUPERACIÓN! Pero, recuperación ¿de qué o de quién? Porque la ciudadanía -autonómica o estatal- anda cada vez más alicaída, cuando no directamente jodida.

Viene esto a cuento (¡cómo no!) de la última (por ahora) petición de recuperación al Gobierno central por parte de un Gobierno autonómico, que no ha sido otro que el de Cataluña, asunto, hemos de confesároslo, que nos ha dejado encima un malsano ánimo de perpleja zozobra.

Y no sólo, por lo -para nosotros, pobres ingenuos- inesperado de la petición (aunque alguna declaración de estos últimos días negando la mayor hacía prever el fatal desenlace). Ni tampoco por la reacción del Govern, que no ha dudado (son CiU, está inscrito en su ADN) en echar pelotas fuera (al menos han tenido la decencia de no culpar a Mourinho o a Islero, lo que demuestra cierta humildad impropia en ese partido). Sin duda, lo que más nos ha soliviantado ha sido constatar la desaforada magnitud de la inquina anticatalana, cuya hediondez no sólo ha invadido los foros de la prensa afín al registrador -algo esperable-, sino los de periódicos que nos son mucho más cercanos. Mensajes propios de malnacidos y cafres lobotomizados que, obviando lo criticable en la gestión del Govern -que es mucho-, se explayan en volcar un odio reptil, psicópata y genocida contra todo lo que huela a catalán, que ni siquiera ha respetado el dolor por los trágicos incendios que han arrasado media provincia de Girona, y que a algunos de nosotros (Rambó y Telémaco, en particular) nos ha impelido a "rescatar" la estelada y entonar el "Tot el camp és un clam", y a otros, a leer compulsivamente Rayuela, mientras le dábamos vueltas a eso de lo español y lo catalán, el comte Arnau o el Cid Campeador, el Yin y el Yang, la contemplación o la Tatigkeit, la avena arrollada o las perdices faisandées, Laxcaux o Mathieu: dicotomías y más dicotomías, como la de estar entre la espada pepera y la pared convergent.

En cuanto a Nadie (quien por cierto estos días yace preso en su lecho, poseído por una lumbalgia de no te menees -y nunca mejor dicho-), pues qué decir: ¡cuántos paralelismos empieza a ver entre el viaje a Ítaca de l'amic Artur y el suyo propio! Y así como todo este panorama de recortes, corruptelas sanitarias, desafueros policiales y misèria i companyia que han sido estos últimos meses de la mano de CiU, le iban trayendo a las mientes a Polifemo, a Escila y Caribdis y, cómo no, los cantos de las Sirenas -de CiU, por supuesto-, hoy, mientras devoraba Rayuela con los riñones bien ajustados a una bolsa de agua caliente, enfundado en la samarreta culer (y eso que Nadie, como todo monarca que se precie, es merengue declarado), no se le iba de la cabeza la imagen de Artur alcanzando desgarrado, extenuado, semiahogado, la tierra de los feacios. Claro que, tal como ya adelantamos aquí no hace tanto (enlace), mucho nos tememos que las abundantes, frescas y cristalinas corrientes del río que acoge esta noche el sueño de Artur no sean las que velaron el descanso de Odiseo, sino las del Manzanares, y que esa doncella igual en su aspecto y su belleza a las diosas no sólo no se llame Nausícaa, sino que lleve barba.

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