de la penumbra
todavía tibia de ambos cuerpos,
curioseando
entre aquel indómito fárrago de libros, apuntes e imágenes
sobre filosofía e historia de la cultura europea,
se asombró (en algún tono sombrío
de esa paleta que oscila de la fascinación
a la aversión
o el aturdimiento) al descubrir
las siguientes líneas,
garabateadas a modo de punto de libro
en posesivo y vivace
trazo carmín:
"primer y único mandamiento:
como todo hijo de vecino,
lo harás cuando halles la oportunidad,
sin pensar en las consecuencias,
y, por supuesto,
cuando tengas el convencimiento de que
jamás
te descubrirán,
y todo quedará impune..."
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Tengo la impresión, Nadie, de que la emersión de la penumbra corpórea le induce a un estado de profunda melancolía pues dudo de que el hallazgo entonces sea una mera casualidad. Dan ganas de volver a ella. Un cordial saludo.
ResponderEliminarPenumbra como umbral hacia la inminencia... ¿de qué? Mejor la vuelta a la penumbra, al menos hoy. Un cordial saludo, nos vemos en su blog.
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