Yo entresueño, buzo de lavabos (Oliveira)
Un día este bastante perro, después de una noche con los jóvenes y no tan jóvenes -llamadle συμπόσιον-, ávidos de escuchar las experiencias de este añoso monarca con la frente marchita... que si los lestrigones, que si las sirenas, que si Escila y Caribdis, Kavafis y Lluís Llach... y "una copa empujaba a la otra", como escribió Alceo, y el vino que corría y por más que acelerábamos, nunca llegábamos a echarle nuestro aliento a la nuca hasta que llegó el ánfora final, y con ella la justicia del loto y su sensación de vacío.
Decía el ratero aquel que se metió a poeta que sólo cuando sentía que los días se le escapaban mastuerzos por el lacónico desagüe de la existencia, era capaz de acceder a la amarilla ubre de la que mana la más sincera poesía. Como también doy abrigo, en la noria de este día en que todo me da vueltas y más vueltas, a algunas de las sentidas razones con las que Pasolini mantenía enconada pugna con su propia poesía ("Solo l'amore per quella lingua del non-io che si esprime / con pari diritto, pari forza dell'io, / dà al poeta / l'abilità", "poiché, ti ripeto, non c'è altra poesia che l'azione reale").

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