LI BAI. Cansados de exprimirse las meninges en hallar día tras día algo interesante que ofreceros, hartos de tanto simposio y de tanta libación culturetas, celebrantes del primer mes desde la publicación de la entrada original, los varios autores de esta bitácora decidieron ausentarse de la misma por unos instantes para literalmente marcarse un guateque de los de antes, uno de los de verdad. Allí estaba la quadrophenia titular: M. Thatcher (alias S'peare), V. I. Lenin (alias Dosto), Ch. de Gaulle (alias Rambó) y uno de cuyo nombre no quiero acordarme que no ha mucho respondía al apodo de Manco de Lepanto. El festorro, que pronto derivó en farra, se desarrollaba bajo los cauces previsibles y nada hacía pensar que la cosa no iba a acabar como de costumbre con la entrada de Hrundi V. Bakshi a lomos de su elefante multicolor en medio de un desmadre de burbujas jabonosas, viejas desmayadas cayendo desde el primer piso y camareros briagos salvando jefes de obra entre el marasmo...
Lo cierto es que copa que te copearás, los comentarios, las risas y las paranoias fueron de lo más alambicado, y los engaños, ardides y desplantes se mostraron con una locuacidad inusitada e iconoclasta, finamente rematada por el Manco con una media verónica abelmontada. El momento esperpento de la velada se lo adjudicó la Thatcher (digo S'peare), todavía molesta (o) por las críticas de Dosto acerca de la extensión de la primera frase en la entrada sobre Best, algo que para el ruso contraviene todas las leyes físicas del género bloguero (y más tratándose de fútbol). La controversia no acabó con una intervención militar porque Dosto cumple puntualmente con los pagos de las clases de inglés que le da la otra, un inglés que a tenor de lo escuchado anoche, tampoco parece que vaya a llegar a Portsmouth en lo mediato.
Por lo demás, se esperó toda la noche a Nadie, pero ni tan siquiera se dejó ver Polifemo. Los que sí pasaron por allá, en cambio, fueron Haddock, al que se le volvió a ver flirteando con la Guiness; Papá Pitufo, que anda últimamente bastante molesto con los recientes globo-sondas educativos; y, por supuesto, la Maga, que siempre aparece cuando menos te lo esperas. O al menos, eso le pareció a quien escribe esta crónica (y que a la sazón había quedado como escritor de guardia y, técnicamente no participó del acontecimiento), pues, de hecho, cuanto más me acercaba a ella, más lejana me parecía, y así en lo paulatino barça que la vi croventirse nun mero pissel ne mi esbaziorbital, digo bitrual, dego bisssual, que subía y subía y subía busscandolrefajo de la luna... hasta quizo ¡CHOOOF!
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