Lo cierto es que, para alguien con cierta vocación no buscada de bala perdida, que como cualquier otro coetáneo desarrolló prontamente la querencia por el fútbol y el rock británicos, la admiración por el Swinging London, la psicodelia, los minis y la minifalda y, por supuesto, la idealización de lo canallesco (aquí el cóctel nos llevaría de cabeza al dandysmo, la bohemia y al maître Rimbaud), no es extraño que Best figure por méritos propios en uno de los lugares preeminentes del panteón.
¿Pero con qué Best quedarnos? ¿Con el del lapidario "Don't die like I did" o con el más frívolo de "In 1969 I gave up women and alcohol: it was the worst 20 minutes of my life" y otras perlas parecidas accesibles desde cualquier buscador con sólo teclear "george best quotes"? ¿O con el alquimista que a diario fundía en una sola la "one for the road" y la primera del día; o (por qué no) con el Best inmortal, el único futbolista en la historia -que este autor alcance a saber- que ha unido a dos comunidades histórica y sangrientamente enfrentadas en su sepelio, ha dado nombre a un aeropuerto, y figura en un billete de curso legal de su país?
¿Qué nos fascina, entonces, de Best? La suya fue una vida ejemplar en todos los sentidos posibles del término, sobrevivida al límite, por muchos comparable a la de aquellos antiguos héroes trágicos tocados por la mano de los dioses, caminantes imperturbables hacia la gloria eterna de su propio abismo, inspiración, destello, auge, victoria, rebeldía y torpeza, errores que se nutren de errores ("isn't he a bit like you and me?"), drama que deviene tragedia, tragedia que reclama esperpento, el dominio de la sombra y la penumbra, la caída, las recaídas, el ruido, la furia del olvido... y, de repente, la hierba se agosta bajo los pies y el hálito se quiebra y muestra el fantasma tibio de la desnuda intimidad, los vidrios rotos del espejo entre el niño y el personaje, jueces imperturbables que destensan la febril mirada de quien ya no está ni estuvo...
Pero queda el fútbol... el descarado mimo con el que trataba a la pelota, la visión del juego, la fulgurante precisión en el regate, la vertical velocidad nacida en el vértice del vértigo, la ironía que es pasión, el golpeo encontrando su museo entre las redes, la inagotable capacidad de levantar -incluso hoy- a los aficionados de sus asientos...
Vecino de Georgie en lo tocante a modélico ejemplar de working class heroe británico (ya sabéis, el fútbol o la música pop como única escapatoria a una vida de personaje de Ken Loach), me llamó mucho la atención la entrevista aparecida en El País al ex líder de los míticos Jam, Paul Weller, cuyo enlace os dejo aquí. Un consejo. no os dejéis llevar por el truculento titular, sin duda lo peor de la entrevista. http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/19/actualidad/1332180190_750089.html
Publicado en: http://www.informamemas.com/2012/06/booze-birds-fast-cars-and-football-of.html
ResponderEliminarGracias por la confianza. Un saludo