Hoy os dejo un apunte de uno de mis poetas más estimados sobre otro de mis poetas igualmente estimados, perteneciente a Cuaderno de las islas, de Andrés Sánchez Robayna. En este librito fascinante, el escritor canario dedica la primera sección a reflexionar poéticamente sobre la condición, el ser insular -con frecuencia, entablando fecundo diálogo con textos ajenos y también propios-, entreverando en su visión otras ideas como, en el caso que nos ocupa, el exilio, la aventura o lo desconocido. Como veréis, en el texto se hace breve pero trascendente mención a mi tournée (perdón, a mi περιοδεία):
He visto siderales archipiélagos, islas
de cielos delirantes que se abren al remero,
escribe Rimbaud en "El barco ebrio". Qué relevante, por cierto, la rima "islas"-"te exilias" (îles-t'exiles).
¿Qué islas, qué archipiélagos eran esos? A los diecisiete años, Rimbaud apenas había salido de Charleville. Se trata, para empezar, del "Poema del mar", como él mismo afirma. Es decir, el mar y los viajes son para él, ante todo, una lectura, algo conocido en los libros. La novela romántica, sin ir más lejos, le deparaba ya numerosos ejemplos de viajes y aventuras.
Pero no es solo eso, claro está. Es, además -y acaso por encima de todo-, lo desconocido y su llamada, la seducción de lo ignorado, la potencia de lo Ignoto y su invitación irresistible. Lo que aquí me importa es que todo ello estuviera cifrado en islas y archipiélagos, como en el viaje mágico de Ulises, modelo de todos los viajes y del "futuro vigor".
Delicioso, subyugante.
ResponderEliminarEspléndidos, ambos.
Y vos, Nadie.