llevo meses sintiéndome estofado, dando vueltas y vueltas cazuela adentro, estofado por ti, estafado por todos, como un ingrediente más del grandioso guiso de la locura. a diario, me aplico en los avatares de la cocción, concentrándome en el análisis de las pautas, las conductas y las inercias emocionales de los demás miembros del rancho. algunos se ablandan, otros se apelmazan; los más díscolos amenazan con agarrarse al fondo hasta chamuscarse y arruinarlo todo; si bien los únicos envidiados son quienes, una vez reducido el vino, ofrecen sus jugos con generosidad mientras sueñan con salsas ligadas presentadas en platos de porcelana esmaltada. cuando el azar me reencuentra con algún conocido, me hago el longuis con tal de no reconocer lo mucho que nos ha castigado el chup-chup.