imagina un mundo en que el diálogo fuera el paso previo para la contienda -es fácil si lo intentas-; donde la generosidad agraviara, la felicidad hiriera y la mentira fuera la única religión verdadera.
imagina el día en que, prohibido el arte por degenerado, contemplar el arcoíris se penara con la cárcel -no es difícil de creer-. "¡LIBERTAD!" clamaría el eslogan de un nuevo refresco energizante, mientras escuelas y hospitales serían señalados como blancos estratégicos.