¿qué era, entonces?
¿tal vez el espectro del paso en falso, de los dados cargados, de la ausencia de encrucijadas, espejismos y epifanías? ¿la confirmación de la progresiva velocidad con que el polvo se escurría por el cuello del reloj de arena? ¿o quizá el eclipse de la mente, seducida por la vertiginosa ingravidez del impacto contra la célula?
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