L’inspiration est décidément
la sœur du travail journalier.
(Baudelaire)
ceñudos, absortos, agripados, paraguas chorreando por doquier. un dúo de carteristas y una mocosa rinotiléxica con mami-colgada-del-Candy-Crush oteando víctimas entre los más adormilados. parte el convoy tras 5 interminables minutos de espera y, a pesar de las apreturas y la tensión acumulada (¡qué asco de martes!), Γ consigue sentarse y zambullirse en la lectura del prólogo de una antología de Auden. ¡qué fenómeno ese W. H.! incapaz de componer un solo verso si antes no corría las cortinas negras de su escritorio, como si solo a través de ese aislamiento del exterior, de ese sumirse en la penumbra hipnótica de lo familiar, pudiera emprender la travesía por las galerías más remotas de su conciencia.