10 años más tarde (seis y cinco de la mañana), vuelven la seca llamada de mamá, el taxi en la madrugada inclemente. ¿encontraré al fin las palabras, ahora que la rabia por el final queda lejos, y las manos se atreven a reanimar las pálidas fotografías?
te sonará extraño, pero no creo haber sentido tanta complicidad contigo como en estos últimos tiempos (como cualesquier padre e hijo, fuimos dos perfectos desconocidos condenados a comprenderse), cuando obligados a abandonar el papel que nos encasillaba, dejamos atrás las paráfrasis y elipsis habituales, para entregarnos abiertamente a la confidencia.
releo tu mirar franco y cálido, sin necesidad de preguntarme qué fue de toda esa juventud, que tampoco será nunca más mía: anidan, bajo tus párpados, tu Valencia natal, siempre en los labios, pero no en tus anécdotas; el minúsculo balcón sobre el callejón junto a las vías; los madrugones frente a la estufa y la magia playera de los libres directos imparables; los ecos del transistor, compañero del alma; tu risa luminosa y sonora de las sobremesas entre amigos. ahora sé que se desvanecen las palabras, pero jamás su estela, el afán por reunir los fragmentos de tu laberinto para cubrir los vacíos del mío. hoy, como ayer, entre estas paredes en que me viste crecer, siento la presencia de tu generosidad y tu coraje.
(en tus primeros meses de vida, en aquella curva de escalofrío en la que se nos echó encima aquel maldito fitipaldi, en las incontables ocasiones en que te anduvo rondando por los pasillos del hospital: le habías dado tantas veces esquinazo a la muerte, que pensamos que no venía de una más...)
entrabas en el quirófano y mis ojos se quedaron como congelados hasta fundirse en los tuyos. no pude o no quise decirte adiós
...10 años más tarde, sigo sin querer hacerlo.
Precioso
ResponderEliminarGran entrada. Le felicito.
ResponderEliminarCordial saludo
Muchísimas gracias a los dos por sus comentarios. Hay sentimientos, palabras que es mejor que no queden dentro. Un cordial saludo.
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