ayer, justo a la caída de la tarde, vagando por las estrechas y bulliciosas calles donde se escenificara su infancia, de improviso y casi sin pretenderlo, advirtió cómo finalmente había conseguido dar esquinazo a aquel peatón de su sombra entregado a analizar, elucubrar, sopesar, calcular o valorar, pero jamás -como en interminable sucesión de semáforos en ámbar- a la tentativa o la ensoñación.
súbitamente aliviado -aunque sin regocijo visible-, quizá cayó en que solo le restaba desembarazarse de un último peatón: el responsable de sus pasos en falso y las huidas hacia delante.
La vida: ese ir deshaciéndose de capas y capas de sueños e ir recubriéndose de capas y capas de recuerdos.
ResponderEliminarNo sólo de recuerdos, sino de sombras. Pero permítase soñar un poco en esta hora de la caída de la tarde... Un cordial saludo.
EliminarSUEÑO
ResponderEliminarDesgarrada la nube; el arco iris
brillando ya en el cielo,
y en un fanal de lluvia
y sol el campo envuelto.
Desperté. ¿Quién enturbia
los mágicos cristales de mi sueño?
Mi corazón latía
atónito y disperso.
...¡El limonar florido,
el cipresal del huerto,
el prado verde, el sol, el agua, el iris!
¡el agua en tus cabellos!...
Y todo en la memoria se perdía
como una pompa de jabón al viento.
Antonio Machado
¡Hermoso sueño, sí!
Eliminar!Todo apunta a que estaba a un par de semáforos de ser libre!
ResponderEliminarCordial saludo
¡Mientras no me caiga algún semáforo sobre la cabeza...! Un cordial saludo.
Eliminar