Como recordaréis, a principios de este mes, la Andy Warhol Foundation for the Visual Arts anunciaba su intención de desprenderse de la totalidad de obras que integran su colección, con la intención de recaudar fondos suficientes para proseguir con su programa de becas. La sorpresa vino cuando los peritos de Christie's, la casa de subastas escogida por la Fundación, procedieron a repasar la documentación del primer lote de obras y descubrieron la existencia de una breve serie de serigrafías completamente desconocida hasta ese momento, y que figuraba con el título de Trifle (fruslería, bagatela)(1).
Por supuesto, las dudas acerca de la real autoría de dichas obras pronto hicieron mella en el ánimo de los investigadores y cabe situar en ellas el origen del enigma que ha rodeado al hallazgo. El hecho de que Warhol no hubiera mencionado nunca la existencia de dicha serie, ni de que ninguno de los supervivientes de su círculo cercano hubiera oído hablar de la misma, acabó de rebajar la euforia del primer momento. Algunos de ellos, de hecho, rememoraban el relativo control que el artista de Pittsburg había mantenido sobre muchas de las series surgidas de la Factory, así como la excéntrica costumbre existente entre los diversos personajes que se movían a su alrededor de rendirle homenaje a través de burdas parodias kitsch de sus composiciones más conocidas.
Además, el análisis de las composiciones in situ arrojó mucha más oscuridad al ya de por sí sombrío panorama. De hecho, dos características relevantes de la nueva serie parecían desaconsejar la atribución. En primer lugar, los lienzos iban acompañados de unos breves textos en su parte posterior que, una vez estudiados, dieron la clave de la elección del título de Trifle. Sirva como ejemplo la traducción del que figuraba en esta Campbell's Percebe Soup: “Permítanme que haga aquí en Nueva York un reconocimiento a la mayoría de españoles que no se manifiestan, que no salen en las portadas de la prensa y que no abren los telediarios. No se les ven, pero están ahí, son la mayoría de los 47 millones de personas que viven en España. Esa inmensa mayoría está trabajando, el que puede, dando lo mejor de sí para lograr ese objetivo nacional que nos compete a todos, que es salir de esta crisis".
En segundo lugar, una vez identificados los rostros de los cuadros, los especialistas comprobaron que los retratados no se correspondían ni con ningún personaje de los más íntimos o próximos, ni con famosos que pudieran reportarle pingües ingresos, sino que se trataba de los miembros de la actual plana mayor de un tétrico partido político español, completamente desconocido para el gran público norteamericano.
Si a todo ello añadimos que, en medio de la investigación, el prestigioso The New York Times descubrió la presencia de la ilustre restauradora Cecilia G. entre las visitantes de la fundación justo un año antes de estallar el escándalo del eccehomo del Santuario de la Misericordia de Borja, comprenderéis nuestra sorpresa ante el veredicto de autenticidad que ha emitido esta misma semana el Círculo de Exégetas Warholianos de América, y que ha sido rápidamente desautorizado por el "disidente" Georgios Pantamfibolias: "A pesar de la imagen habitualmente distorsionada que poseemos de Warhol, su obra no refleja los delirios de un visionario ni mucho menos los de un cínico burlón. Solo él fue capaz de reflejar la dimensión verdadera de la banalidad espiritual de un país al que admiraba con emoción verdadera. Ningún especialista puede considerar seriamente que Andy adivinara el porvenir con sus cuadros, y que este futuro encima se identificara con el feo rostro de un mediocre politicucho español".
Por supuesto, desde 20añosnoesnada... (siquiera por propio interés, dado que varios de nuestros colaboradores se han mostrado particularmente interesados en la adquisición de algunas de las piezas a subasta), os mantendremos informados ante cualquier novedad que pueda surgir al respecto de este extraño caso.
1.- Nos ha parecido interesante escoger como título para la entrada una traducción libre de esta palabra inglesa. Con warholada creemos, modestamente, haber acertado, pues no en vano en la elección de este término se juntan tanto la referencia al artista, como cierto matiz despectivo presente en el sufijo castellano escogido (canallada, cabronada, putada), como especialmente el eco a un grato vocablo catalán, collonada, que si bien podríamos traducir literalmente por "cojonada", en realidad se correspondería con el término gilipollez, muchísimo más adecuado al calado intelectual de los textos presentes en Trifle.
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