jueves, 18 de agosto de 2016

diario, 15 de agosto

a Luciana Mainelli y Martín Medrano

retorno al hogar en plenas fiestas de Gràcia. a pesar de saber que es día festivo, me sorprende y aturde el bullicio en tan temprana hora. pero se ha hecho larga la espera y hay ganas (y no solo entre los residentes) de reencontrarse con la tradición de las calles engalanadas con los decorados creados por los propios vecinos. de hecho, no otra era mi intención, aunque la magnitud de la aglomeración -así como el regusto de las dos semanas de tranquilidad disfrutadas en el Montseny- me disuaden, al menos por ahora, del paseo por Dodge City, la Antártida, las tripas de una ballena o el ciberespacio.

entro en casa con el convencimiento (calor insoportable, atronador mejunje de pachanga, reggae, rock radical y disco setenterode no haber abandonado del todo la calle. almuerzo frugal, al que sigue un vano intento de lectura de un compendio de filosofía griega. una máxima de Anaximandro recogida al vuelo: "de allí de donde les viene el nacimiento a los seres, allí encuentran también su destrucción, según la necesidad". me prometo a mí mismo que el día que consiga interpretarla, escribiré alguna entrada alusiva. luego salgo a boquear al balcón. vuelvo la mirada abajo y, entre el vaivén de familias, compruebo el notable aguante de un trío de imperturbables, mineralizados en la improvisada barra callejera del bar de la esquina. da inicio el festival infantil y ahí siguen con otra flamante caña, y van...

hacia las 7 de la tarde, visita de cortesía a M. mientras desgrana con preocupación su plan de supervivencia durante las fiestas, compruebo con regocijo que está dando los últimos toques a su nuevo amuchamiento, un abigarrado y abarrotado prostíbulo con acceso directo desde una réplica de La puerta del infierno de Rodin. me pregunta por las nenas, hoy con la yaya, y yo a su vez por Λ, quien al parecer vuela mañana hacia Miami. el repaso a los acontecimientos recientes da para una primera "libación", así como para hojear algunos libros desperdigados por el estudio, entre ellos una edición inglesa sobre Dadá, punto de salida de una interesante conversación que, partiendo de Dalí, Tanguy y Éluard, acaba con la lectura en diagonal de las últimas páginas de La vida cultural en el París ocupado por los nazis. me llama la atención la circunstancia (según parece, propiciada por De Gaulle) de que la disolución de la Resistencia coincidiera con la propagación deformada de su mito, y con la generalización de cierta amnesia colectiva al respecto del grado real de compromiso con ella de cada francés durante la ocupación. dado que nada nos garantiza poder dormir antes del habitual "encierro" de mossos y bolingas de las cuatro de la madrugada, disponemos los medios para una cena dilatada, con la esperanza de que Λ decida finalmente apuntarse.

un breve repaso a nuestra respectiva educación sentimental en la cogorza es el paso previo -aislamiento sonoro del exterior mediante- para una velada presidida por un Ribera crianza, los imprescindibles Miles y Monk, y un Argentina-España de baloncesto, al que solo M parece prestar atención. antes y después, echa a volar el diálogo bajo el cálido arácnido de la camaradería: el tercer tiempo del rugby, el origen de la idea de las dos Españas, las peripecias sindicales de Λ, así como su inclinación por el cine y el tinto fresco en detrimento de la poesía, sobrevuelan el ingrávido pecio de platos y copas. pasadas las tres de la mañana, me sobreviene un achaque de pedantería aguda y, de buenas a primeras, me arranco con un par de máximas, que, por supuesto, M y Λ se juramentan para -en la medida de lo posible- no honrar jamás: el primero: la interpretación de la obra debe atender antes que nada a la propia experiencia creativa en la contemplación o lectura de la misma; el segundo: nuestros actos no deberían seguir más principio moral que aquel con el que estemos dispuestos a convivir el resto de nuestra vida. madonna!

a las cuatro Λ se lamenta de no haber podido filmar las calles antes de su marcha. fiel a su naturaleza inquieta y andariega, no se lo piensa dos veces, agarra el Mac y se lanza escaleras abajo. 2 minutos más tarde, traicionando mi natural melalcóholico y sedentario, me veo siguiéndola con M por entre los últimos focos de la "resistencia curda". tras un inesperado conato de nostalgia, me dejo llevar con admiración extática por la serena negrura de las calles ya adormecidas, intentando intuir bajo la penumbra provocada por los propios decorados las diversas formas (primero el fondo marino, luego una luna de cartón piedra, algo más allá una sirena rodeada de piratas). los restos del botellón y las deslumbrantes luces que preceden a la brigada de la limpieza acentúan lo espectral de la visión, que lejos de infundir temor, me aproximan de un modo no previsto a la médula de la fiesta, sorprendentemente aprehendida a través de su cara más oculta.

"Door bells say goodbye to the last train"* entona con irónica languidez Damon Albarn a la mañana siguiente en el MP3. frente al espejo, advierto cómo se deposita en mi interior la equívoca sensación de quien encara el tramo final de su existencia convencido de que lo mejor aún está por llegar.

* Primer verso del tema de Blur "Best days"

4 comentarios:

  1. Excelente crónica, Nadie. He echado de menos a sus nenas correteando por las calles de Gràcia, pero de todos modos me ha encantado. Y el final es magnífico.

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    1. Las nenas se han tomado cumplida revancha por no haber estado aquel día. Han recorrido las calles -incluso en expedición nocturna-, han disfrutado de la música e incluso se han puesto a pintar mandalas en plena calle. Un cordial saludo y gracias por su comentario.

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  2. Últimamente parece que se decanta por la autobiografía. Hago también mía la última frase aunque hay momentos, días, en que me entran muchas dudas. Concluyo entonces que de mí depende hacerla realidad. Toca estar a la altura del reto.

    Feliz travesía

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    1. Gracias por sus palabras. La verdad es que lo que se dice autobiográfico, le diría que este es el primer texto que aparece en esta bitácora que responde a tal descripción, o como mínimo, a tal anhelo, pues me da que ni M ni Λ se reconocerían en él ni en un 50 por ciento. Siento cada vez menos interés por el comentario político, y me queda mucho todavía para alcanzar un desarreglo razonado de los sentidos, que es hacia donde nos lleva, me temo, esta mierda de tiempos neocon que nos ha tocado vivir. De todas formas, puestos a escoger, daría el brazo izquierdo de cualquiera de mis futuros lectores por escribir la segunda parte de "Memorias de un amante sarnoso", o mejor aún, la de "Luces de bohemia".

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