poética
escribía mucho, para olvidar, dejando la mano libre, incluso de la mirada. entre palabra y palabra nunca rebuscaba en los rescoldos de su existencia, rara vez en los ecos o las voces, para qué en sus cada vez más esporádicas lecturas. por supuesto, no contemplaba apoyo alguno de diario, dietario o cuaderno de escritor. literatura en estado impuro, surgida del vacío o de la oscuridad del espacio en blanco; jugada, disparada, vomitada, eyaculada en las hojas sueltas, billetes, servilletas, mesas o bancos ofrecidos a su mano en los escasos bares, cafés, parques o estaciones en los que gustaba recalar. literatura a pie de calle, arrebatada y urgente, en llamas, y como tal, dispuesta al sacrificio anónimo en las papeleras de lo no nacido para permanecer.
quién sabe, quizás llegue el día en que de pronto se resista ante la idea de arrojar una de esas servilletas a la papelera, o puede que no; lo importante, en mi opinión, es que siga teniendo algo que arrojar. y si no lo tiene y ello deja de preocuparle será señal de que está curado.
ResponderEliminarun cordial saludo
Menudo psicoanálisis me ha dejado hoy, me va a ahorrar la visita al especialista esta semana. De todos modos, ya hace tiempo que llevo detectado a un tipo disfrazado de Verlaine, que sigue mis pasos, y no duda en rebuscar en papeleras, mesas o suelos, recopilando los diversos textos con los que suelo practicar el noble arte del baloncesto. Sospecho que es él el que le acaba pasando el material al editor de esta bitácora infame.
EliminarNadie, tómese unas vacaciones y empiece a pensar que tanto los textos que ha escrito para ser incluidos aquí como aquellos que redacte a partir de ahora deberán ser concebidos para permanecer.
ResponderEliminarEl día que me tome unas vacaciones, quien va a permanecer no serán los textos, sino su pergeñador, créame.
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