sale a la terraza del palacio y una vez más se rinde al armónico conjunto que se abre ante ella. el trémulo vaivén de la luz recién nacida del horizonte, el lento descender de los veleros por el río, la acompasada brisa de los flabelos: signos de la consumación del tiempo. cuando él posa las huesudas manos sobre su cintura, ella se deja estrechar con languidez. dedos, lenguas y sexos se deslizan como arena añorada del desierto y su ley inexorable.
señora y rehén de su soledad divina, indiferente a las intrigas palaciegas o a las plegarias de sus súbditos, su voz revive golpe a golpe entre las manos del maestro. en el declive de una época y su delirio, un escultor conversa sobre arte con su reina. de la falacia del hieratismo y la idealización como dogmas de la permanencia. de la libertad de las formas curvilíneas o la expresión de la intimidad y la decadencia. quizá la piel haya perdido su firmeza y las arrugas ensombrezcan el rostro, pero mi mirada aún refleja una pasión serena. el artista se entrega a complacerla, con la plena conciencia de cuanto está en juego: el testimonio de una era. y sin embargo, desvanecida la voz, asoma la tentación de la traición, de borrar las arrugas, perfilar la nariz y elevar los pómulos, de moldear unos labios que silencian a la mujer para invocar su mito.
contemplo la imagen de la reina impresa en la taza recuerdo del Neues Museum. también a mí, a veces, me da por dialogar con ella. aunque en tardes como hoy se muestre displicente y burlona -¡bah!, los tíos como tú siempre acabáis flirteando con la monarquía-, y me vuelva a reprochar no haber cumplido la promesa de rendirle pleitesía en mi última visita a Berlín.
Más que agradecida la escala en el Neues Museum para viajar a lo grande, más aún en estos tiempos en los que tanto cuesta proyectarse.
ResponderEliminarEse tono azulado que cubre el busto y lo envuelve con un aura lunar, ¿será de la foto?
Saludo cordial
La verdad es que nunca he tenido el placer de rendir pleitesía a Nefertiti más que con el deseo y la literatura. Por motivos de trabajo, hace unos años me vi organizando un viaje a Berlín e insistí en que había que visitar el Neues. Como bien recordará de la anterior entrada, el destino me acabó descabalgando de dicho viaje. Y así seguimos, esperando que un nuevo azar me devuelva a Berlín y pueda al fin ver en persona a la faraona.
EliminarUn cordial saludo.
Seguro que algún día podrá volver, Nadie, seguro que sí. El destino le tiene que tener reservado ese regalo, no me cabe la menor duda.
ResponderEliminarUn muy fuerte abrazo, estimado Nadie.
Si es que el destino tiene mucho desatino, como decía aquel. Pero sí, les debo una a Biberkopfchen y a Nefertiti. Un abrazo enorme también para usted, M.T.
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