una vez complacida con la ambigüedad del resultado o el difuso juego entre contraluz, playa y metal, muestra la fotografía a A, advirtiéndole de la esterilidad -en esta ocasión- de una interpretación en clave política. tampoco la contempla A, para quien la imagen es, sin duda, espejo del ensimismado muro de deseos, temores y obsesiones que nos alejan de la plenitud. el súbito matiz de melancolía que se posa en su mirada, hace descartar a Ω el malicioso pasatiempo de pretenciosidad exegética que pretendía suscitar.
más adelante, mientras se entregan a la visión del vaivén de la marea o de la gente adentrándose en la incipiente penumbra, Ω se promete que en la próxima sesión fotográfica dejará de lado las ironías en pos del más ilusorio amanecer en libertad.
Imagino que es un comentario acerca de las circunstancias de la imagen de la entrada previa, ¿no?
ResponderEliminarCordial saludo
Desde luego, ese fue el origen... La imagen que, en cambio, preside esta entrada se tomó a la mañana siguiente desde el pueblo vecino al que inspiró la primera. Un cordial saludo.
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