10 años más tarde (seis y cinco de la mañana), vuelven la seca llamada de mamá, el taxi en la madrugada inclemente. ¿encontraré al fin las palabras, ahora que la rabia por el final queda lejos, y las manos se atreven a reanimar las pálidas fotografías?
te sonará extraño, pero no creo haber sentido tanta complicidad contigo como en estos últimos tiempos (como cualesquier padre e hijo, fuimos dos perfectos desconocidos condenados a comprenderse), cuando obligados a abandonar el papel que nos encasillaba, dejamos atrás las paráfrasis y elipsis habituales, para entregarnos abiertamente a la confidencia.