cruzar el país desde Dublín tras la inesperada vorágine del 5 Naciones, en la súbita necesidad de un cambio de aires, ¿pero por qué los de este cielo encapotado, ceniciento y frío, cíclope sin luz en tris de desplomarse? caen con rabia las primeras gotas y la ventolera arrecia sin cuartel. mientras las velas de Eyre Square se hinchen orgullosas, un heroico paraguas paga con su vida la impericia de una joven. veo, veo, ¿qué ves? la policromía desvaída de las fachadas de la ribera, un rifirrafe entre salmones en la terminal de autobús, el acuaplaneo de un escarabajo al tomar el puente tras la catedral, la omnipresente turbulencia cadmio-cianofícea de qué: ¿río, canal, lago, mar? ¿cómo orientarse en el laberinto acuoso de Galway, espejo del mío propio? tentar a la suerte rebautizándola Molly. ¿qué estará haciendo ahora, con quién? ¿llevará todavía el colgante con el corazoncito de mármol verde? insólita velada la de ayer, sesión de espiritismo celta entre ensayo y ensayo, quise ser agradecido y salí trasquilado. ¿por qué todo se aleja cuanto más se acerca? ríndete ya, jamás alcanzarás esa playa en esta desolada tarde de domingo de final de invierno, en que la humedad cala los pensamientos hasta pudrirlos. confuso y frustrado, un islote en una isla, me retiro pronto al redil del B&B, sin decidirme entre el asombro o la aversión ante semejante estética carcamal de papel tapiz, moqueta y crujidos de somier de muelles como hilo musical.