Der Kuss, G. Klimt |
despojarse de un disfraz para enfundarse otro: camaleones.
columnas ciclópeas de informes y balances se elevan sobre sus cabezas, en equilibrio imposible de tensiones y urgencias. avezados a convivir con la amenaza de acabar sepultados en vida, intercambian caretas cuando uno de los oficiantes (con el que apenas comulgan) se interesa fingidamente por su cometido en la liturgia de la rentabilidad y los objetivos. finalizada la jornada, se sacuden la ceniza, y tras liberarse del uniforme, se regodean al oír el estruendo del desplome de la tramoya, vibrante como el beso que cancela el tiempo.
ES EL ALA, elevándose orgullosa, remontando con su canción la frialdad cenicienta de los cielos sin infierno.
ES LA ROSA, descorriendo la oscuridad en diminutas lunas de jade.
ES LA LLAMA, zigzagueando enamorada bajo la lluvia de las colinas clitóricas.
ES LA OLA, su respiración y su danza, emergiendo de un gemido de espuma, del temblor bajo el que se agazapa el despertar de la locura.
ES LA REALIDAD, ESTREMECIDA DE PLACER.
Pues a través del impoema he investigado un poco el sentido del término maithuna, que desconocía, y me he encontrado con la práctica del tantra, por la que siempre me ha sentido vagamente atraído. Suenan muy bien, tanto el uno como la otra. Un saludo cordial.
ResponderEliminarSí, aunque no sé si estos son buenos tiempos, ni para la lírica ni para el tantra ni para el silencio, otro de los temas por el que también me intereso de un tiempo a esta parte. En fin, a veces me da por pensar que en la próxima reencarnación seré más sabio. Ilusiones de la vanidad, supongo. Un cordial saludo.
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