en el fondo, todo tu viaje fue espera, con la meta siempre en mente, y el temor al instante en que tendrías que bajar del tren para enfrentar lo desconocido.
pasajera metódica, aprendiste a lidiar con retrasos, apreturas, averías y descarrilamientos. las prisas no iban contigo, así que te dejaste engatusar por la discontinua partitura de andenes, túneles y cambios de agujas, dejando espacio para la lectura, la taciturna camaradería de los tragos a gollete o algún amor de vía muerta. nunca contemplaste pagar billete, pero te manejaste con acierto en el reto de esquivar al revisor.