Imagen cortesía de Núria Estrada |
Our bodies are our gardens
(W. Shakespeare)
(W. Shakespeare)
to Alison
1 de la madrugada. tercer día de las fiestas del barrio y Σ cierra de golpe su diario, desbordado o inerme ante el desquiciador cóctel de calor sofocante, música ensordecedora, y constante ir y venir bajo su balcón de faunos y bacantes con ganas de jarana hasta que alumbre el alba.
"¿cómo va por allá? ¿podrás sobrevivir? ;)" el jocoso mensaje de Φ y la conversación que le sigue devuelven a Σ las imágenes del reciente viaje de ambos a los Cotswolds: las colinas y los prados interminables; las carreteras estrechas en las que la frondosidad de los márgenes alimentaban la ilusión de estar atravesando túneles excavados en el follaje; o los largos paseos por las calles y los alrededores de poblaciones como Burford, Woodstock, Guiting Power o Lower Slaughter (con su tradicional arquitectura de piedra caliza dorada, sus eclécticos museos, las iglesias de vitrales generosos y camposantos entre la maleza, o sus concurridos pero apacibles pubs centenarios), reaparecen con la pátina acuosa de lo indeleble.
"¿has tenido noticias de A?" la pregunta aviva en uno y otra el recuerdo de su anfitriona. menuda y briosa, de generosidad tan inagotable como discreta, A, con el cambio de siglo, había dejado atrás su Londres natal para asentarse definitivamente en Chippy*, su paraíso de la infancia. una mañana, mientras desayunaban, les había animado a visitar Kelmscott Manor, el refugio estival de William Morris, impulsor del movimiento Arts & Crafts. en su tránsito por las diversas salas y estancias, contemplando el mobiliario, los enseres, las telas estampadas y las pinturas allí exhibidas, Σ y Φ -una vez contenido ese impacto inicial que produce lo inesperado- intentaban aprehender las claves estéticas e ideológicas del artesano, impresor, activista y poeta. ¿qué le había impulsado a elegir aquel lugar entonces inhóspito y de difícil acceso desde la capital? ¿jugaban algún papel en tales cuestiones los diversos espacios ajardinados que se abrían como promesas polícromas bajo cada ventana por la que pasaba el recorrido de la visita?
Maria Spartali, Feeding The Doves At Kelmscott Manor. |
con el declinar de la tarde, mientras hacían tiempo para la cena por los alrededores de las Almshouses y St Mary's, se llegaron hasta una calleja de adosados antiguos. "¡vaya! M ha dejado abierta la puerta de casa. tiene un jardín precioso, mi favorito en Chippy. vamos a ver si está dentro". una vez pasaron a la sala de estar (en la que Σ apuntó la presencia de diversas acuarelas colgadas y una nutrida biblioteca), apareció la dueña de la casa, una anciana enjuta, afable y pausada, en bata de faena. tras las pertinentes presentaciones, se dirigieron hacia el jardín a través de la cocina-comedor. un silencio concentrado presidió el encuentro con la inesperada espesura, matizada por armónicas pinceladas cromáticas. una vez al final del sendero apenas trazado en el césped, junto al diminuto estanque con peces, iniciaron una breve conversación con la jardinería, el brexit o la situación política catalana como temas centrales. en algún instante, Σ se despistó de la charla para dejar vagar su mente por los recovecos abiertos en la fronda de rosales, hortensias, peonias, lavandas o budelias, tan alejada de geometrías, parterres o topiarios, tan convincentemente silvestre, que semejaba conmemorar el edén. "jardín como espacio de conversación silenciosa donde aquilatar convicciones. de reunión del deseo y la melancolía, el devenir y lo inextinguible. en el que se suceden estaciones sin tiempo, hasta la hora en que la maleza vuelva a acogernos en su seno".
un pétalo estremecido y húmedo cae sobre la hierba del ensueño de Σ cuando el atronador riff con fuzz del bajista que llega de la plaza vecina hace temblar paredes y cristales, aplastando inmisericorde toda brizna de memoria. delimitando no solo las fronteras entre la quietud y la furia, sino sobre todo entre las querencias del pasado y las del presente, entre aquel que fue Σ y quien en este preciso momento reniega haber sido.
* Chippy es el cariñoso apelativo con el que sus habitantes denominan a la localidad de Chipping Norton.
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