...cuatro tablas que acarreas
de tus cien mil naufragios
intermitentes,
y que son salvación,
advertencia y sino;
cuatro tablas carcomidas,
a modo de cadalso, que,
con cada chasquido,
te aproximan al vacío
que se abre a tus pies, y al que,
ya en el límite de la inconsciencia
e indiferente a más señuelos,
te abandonas
con cada poro de tu piel
repentinamente
excitada...
Vaya, lo ve usted más negro que una pinta de Guinness. Yo que usted me calzaba los mocasines antes de que fuera tarde. ¿Cómo dice?... Ah, ¿que los tuvo que vender?
ResponderEliminarUn cordial saludo
Ja, ja, ja. El texto plantea más bien lo absurdo de tener que escoger entre la visión del blanco cremoso de la superficie o la del negro del fondo de una pinta de Guinness, cuando todo el mundo sabe que la única manera de alcanzar una experiencia mística con una Guinness es bebiéndosela. Nos vemos en su blog.
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