luna roja, noche en blanco, bajo la sábana se revuelve la memoria con dedos amarillentos. corren las manecillas dando la espalda a las cornisas del tiempo, hasta que con el primer destello del día, se rasgan los cortinajes y ruedan por el suelo los dados del ayer. solo entonces la piel se reconoce piel, cuando se dilata hechizada ante el parpadeo púrpura del cielo. solo entonces el alma se recoge en su balbuceo anhelante, en el corazón que se deja latir distraído por la crepitación verde del silencio atónito.