no es difícil imaginar lo que debieron
sentir aquellos mozalbetes ingleses
al oír por primera vez
aquellos buenos rocanroles de elvis.
algo grande por hacer,
joven y fuera de la ley,
la droga de las mil maravillas,
el mundo entero en tus manos,
a tus pies, y ritmo! ritmo! ritmo!
en una canción de tan solo dos minutos.
(jack lingualunga, cuando las ganas de follar aprietan...)
...me devolví a la noche. me tomé mi tiempo (nunca se sabe). había permanecido ahí, como gata en celo, a la vuelta de la esquina. ahí, sin moverse de mi alma. un bar sudando güisqui, una sonrisa tatuada en carmín, un gemido anegado de mar: ante los vasos vacíos, me escruto entre la salvaje tentación de creerme mi propia fantasía.
ya en la calle, multitud de colores resbalan por mis manos: encienden la mañana. mi vómito persigue la estela del último bus, que se quedó ahí, que no se movió en toda la noche. tosco aroma, resaca, desengaño y sueños. sueño... demasiado sueño... para empezar de nuevo.
los héroes del rocanrol iniciaron la revuelta sin ti. probablemente, no habías nacido, o no te conocían, o quizá tan solo borraron tu cara de su memoria.
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