Iseo, por Alma Estela M.-M. |
una migraña más, otro enjambre de aguijones de hielo trepando por la escala de sus sienes, forzándola a palpar con la cuenca de sus ojos el finisterre de la realidad, a tiznar de silencio la menguante pieza de su existencia.
recortarse los brazos cual Venus de Milo, alborotar de amapolas las greñas del alma, desmigar la sonrisa sobre el tazón de leche son solo pálidos exorcismos con que protege su intimidad de las escamas del sueño del mundo, a la espera de que el aleteo de la tarde la despabile con su beso de luz esmerilada.