Imagen cortesía de Alma Estela M.-M. |
como quien penetra la prosa de los cuerpos con teatral insolencia y, tras imprevisto giro argumental, encuentra en el sexo apócrifo y la repostería su valor añadido. "al menos no me convertí en una oficina con patas", replica a su silueta, mientras hornea soliloquios en el obrador del ocaso.