la visión del llano desde la cima del puerto. bajo la cúpula azul, el oro reseco de los campos de centeno, que no conocen de la sombra ni de tantos otros artificios de la ilusión. solo estamos de paso, por tierras y pueblos forjados en la adversidad y la porfía, en los que se nace para romper con el propio destino, mientras germina en el hatillo la memoria de una infancia sublimada.
soy incapaz de descifrar este paisaje, su silencio de águila en vuelo circular. la suya es una intimidad insondable, que desaira el azar imperturbable de la marea, la fronda del hayedo en pos de las nubes, el envite con que la sensualidad reta a la consumación.
al poner el pie en tierra, siento esa asfixia que abrasa voluntades y anhelos.