conforme se adentraban en la espesura, surgía ante sus asombradas miradas una miríada de sentidos con sus ineludibles enigmas, paradojas e incertidumbres, que les hizo creerse -quién sabe si vanamente- dueños de un inmenso tesoro de conocimiento, un valioso filón de sensaciones, una inagotable mina de experiencias. de ahí que no les sorprendiera comprobar, al despertar de su sueño, que al abrigo del silencio y la cómplice oscuridad, gente alevosa y ruin los hubiera despojado de todo, incluso de las paranoias.
un secreto de colores chillones un latido rectangular un espejo todavía palpitante y húmedo un frasco con los siete mares dentro un libro liberando palabras bajo la lluvia. un pájaro de alas horadadas batiendo nubes en platos azules, un parpadeo precipitándose en el remolino de un vaso de vino, una sonrisa con sabor a despedida, el gran ojo que apenas ve ya irrumpiendo en el paraíso de lo multiforme. hasta el último semáforo -justo sobre la línea de meta-, su vida fue una fuente de paradojas y azar inagotable...