Imagen cortesía de Alma Estela M.-M. |
3, 2, 1, cae la noche y, una vez libre de obligaciones, retoma su rayuela dactilar sobre las teclas, la infructuosa pero irrenunciable escaramuza con la realidad y los meandros de la mente, experimentada con el ímpetu de una adicción. sin apenas lectores ni ambición de publicar, ¿qué le impele a escribir? ¿acaso la excitación de los raros instantes en que cree haber alcanzado algún íntimo reto creativo (un embeleco pronto cortado de cuajo, antes que interfiera en su anodina -mas complacida- existencia)? lo cierto es que, con inapelable ahínco, la escritura aflora del vacío y le incita a estirar del hilo y transformarlo en pábilo de una llama en la que, fénix sin alas, se extingue y renace luna tras luna.
fisuras (cuando todo salta por los aires). ¿para qué continuar haciéndose el fuerte? ¿por qué seguir escupiendo sarcasmos a cuantos le salen al paso? ¿cuántas vueltas ha de dar la rueda del dolor hasta saciar el suyo propio? ¿por qué no ahondar en la apatía como un juguete roto, rodando por una cuesta de sensaciones tan culpables como tentadoras? ¿acaso recularía ante el temblor de su imagen sobre la superficie del agua?
atravesado por todas las albas, recorta su infancia en pedacitos, selecciona los más sinceros, los mezcla al azar y les asigna nuevos e inesperados sentidos: la copia viviente del arlequín de Picasso, el taquillón con escenas del Quijote, el limonero encalado del patio, la goleta de sal marina y el sofá-teatro de los sueños se revuelven como corvinas, sin lograr escapar de la malla de la monotonía. cuando cierra el álbum fotográfico, la visión de las motas de polvo al trasluz, de su trayectoria imprevisible, le reafirma en la conciencia de un texto contingente y voltario, con sus ritmos subterráneos y sus fragmentos intercalados, pugnando por comunicar sin conseguirlo.
jamás escribirá una novela. a pesar de su fascinación por la invención de universos con sus propias leyes y mirajes del tiempo; por el aliento freudiano con que pasiones, obsesiones o desengaños alimentan el fuego del conflicto; por la hipócrita seducción de unas vidas que -de puro sórdidas- ningún lector desearía para sí; por esa obscena paradoja que hace de la ficción lección magistral e inagotable de la condición ardua, caótica e ininteligible de la existencia.
solo textos en ráfaga, fisuras, persuadido de su valor a la hora de descifrar el vendaval de estímulos dispersos imposibles de aprehender, incluso a costa de olvidar las hondas praderas abiertas de la narración.
Que la vida le guarde la adicción por muchos años,, Nadie, de modo que su visión siga filtrándose por las fisuras. Le acompaño en el sentimiento de pretender desentrañar la naturaleza de un milagro laico. Un saludo cordial.
ResponderEliminarMuchas gracias, Gatopando, por sus palabras. Dios me libre de tener que desentrañar milagro alguno, sea religioso, laico o extraterrestre, pero me ha encantado esa aparente paradoja de "milagro laico". Un cordial saludo.
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