martes, 18 de julio de 2023

Norfeu

porque conviene andar voto avizor...

travesía del golfo de Roses, con viento de gregal y mar rizada, bajo un cielo raso de un azur sin matices, prístino. sentado en cubierta, sobrellevo los repizcos del sol primero, mientras sincronizo mi conciencia con el reloj sin manecillas del oleaje. sin ánimo para enfrentar la visión abisal del mar abierto, oteo a babor la vibrátil sucesión de playas, dunas y pinos, y los perfiles apenas intuidos de Empúries, Sant Martí o Roses, con no menor arrobo que aquellos mercaderes foceos que bendijeron a sus dioses al avistar esta costa virgen.

pegado al cabo Norfeu, un colosal gato tendido vela la navegación desde los tiempos de Orfeo. con pétreo celo mineral, da fe de mi perpetua vacilación, por la que, varado en la insalvable tensión entre lo voltario y lo razonable, lo obsesivo y lo intolerable, apenas puedo oponer mi perplejidad a la oleada de revanchismo cínico y mendaz, a la desvergonzada ceremonia del encarnizamiento camuflado de determinación, que amenaza con abocar a nuestra sociedad al naufragio. ¿pero cómo sortear, amigo gato, los farallones de la apatía o la resignación?

doblado el cabo, bajo los acantilados en orgullosa proclamación de su desnudez geológica, el aire se encalma como por ensalmo. mientras la superficie marina adquiere una insólita textura rugosa, el patrón reduce la marcha y aproxima la nave a la cornisa para descubrirnos su secreto mejor guardado: un conjunto de grutas, cuyas aguas, de un turquesa ineluctable, despiertan la espontánea admiración del pasaje, y me sumen en una excitante duermevela, que se prolonga incontenible una vez desembarco en la playa de Cadaqués y me entrego a la quimera de sus casas enjalbegadas, de las buganvillas y los tejados a dos aguas; del rastell y los solados de pizarra del empinado dédalo de sus callejuelas; del hipnótico mirador de la placeta frente a Santa Maria, con la bahía tomada por barcas y lanchas, y el celoso Pení que la guarda; de la bohemia atávica que destilan el Casino, el Marítim o el Meliton -donde Duchamp jugaba al ajedrez y hoy se sirve un café sublime-.
abrumado, incapaz por naturaleza de aceptar esta tajante invitación a conciliar belleza con pereza, hago tiempo en el museo sin acabar de congeniar con este
 Dalí de vuelo gallináceo, retratado en su intimidad por Joan Vehí, en labores tan cotidianas como la pesca de la sirena, la búsqueda de morros de coño por la montaña o el vándalo lanzamiento al mar de un espantado minino. se echa de menos, entre tanta bufonada, el contrapunto de algún reloj a medio derretir.

de vuelta al barco, al poco de zarpar rumbo a L'Escala, se asienta el sofocante jaloque, que troca la brisa en bochorno. superado Norfeu, tras despedirme del gato, nubes bajas, grisáceas y espesas, surgidas del interior, toman el horizonte, desfigurando poblaciones, rocas, playas y olas, amalgamadas en una estremecedora masa informe. tentado de trazar paralelismos con los sombríos presagios que se ciernen sobre la actualidad política, una vez en la bocana del puerto de la Clota, con las primeras gotas, me aferro con fuerza a la memoria del agua turquesa y el tesoro de luz robada al paraíso sobre el que descansa Cadaqués.

nota: rastell es el nombre que recibe el pavimento hecho con losas clavadas de forma vertical característico de Cadaqués.

2 comentarios:

  1. Ominosos pensamientos intrusivos aun disfrutando de entornos paradisíacos... creo que le comprendo. Hablando de relojes derretidos, ya va siendo hora de que agrupe sus escritos en torno a sus incursiones por Catalunya y, quién sabe, las envíe a algún concurso de poesía, ¿no le parece?
    Un saludo cordial

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    1. Será el síndrome de Dante, pero poca entidad parece tener un paraíso que no presuponga una mínima temporada en el infierno, aunque sea en forma intrusiva, como usted bien dice. Le agradezco sus palabras al respecto de la recopilación de los escritos de mis andanzas por Catalunya, aunque a estas alturas ya se habrá dado cuenta de mi proverbial pereza a la hora de su difusión fuera de este blog. ¡Qué le vamos a hacer! Un cordial saludo.

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