viernes, 30 de septiembre de 2022

Banyoles

quizá fuera bajo esta misma forma de la materia desde la que escribo o en un tiempo tan anclado en el olvido como para concebirlo ficción. en una tarde (¿primaveral? ¿otoñal?) que agonizaba en la orilla, durante el paseo en barca, entre fresnos y sauces camino de Porqueres o ante las vitrinas de aquel museo de historia natural que erizaba el vello.

"es un ocho", "una alubia", "¡venga ya! ¿no veis que es un riñón?" "es la banda de Möbius". como siempre, Galán se llevó la palma en la competición para calificar el contorno de l'Estany. ¿de dónde había sacado eso? ¿era cosa de sus lecturas, a cada cual más extravagante? ¿o procedía del tal Amestoy, con el que -flequillo en alero, gafas de pasta, retintín corrosivo- le habían identificado los de octavo, sin que él se mosqueara? de expresión facial paradójica, sañuda y pícara a la vez, Galán novelaba hirsutas crónicas de sucesos extraídas de El Caso mientras soñaba con suceder a Hermida como corresponsal en Nueva York. nada más poner pie en Banyoles, su aguda percepción le había puesto en guardia ante la evidencia de la existencia de "energías telúricas mefistofálicas". "¿lo dices por el monstruo?", apunté sabidillo. "el monstruo respira tu mismo aire y habla en tu misma lengua. a diario, vigila tus pasos en el parque, el mercado, la escuela, hasta que un día te cita en su despacho y te bendice con una sonrisa fofa y torva mientras echa la llave". ¡joder con Galán, sabía cómo acojonar al más pintado!

¿qué encubre tantos años después esta luz abusiva? ¿dónde posar los ojos? la inapelable placidez del agua, la ardiente compacidad del aire, la apaisada pesadez de este cielo sin matices, ahogan la emoción, anulan el misterio y matan lo fugitivo. acodado en la popa del catamarán que recorre el lago, sigo lánguidamente la narración enlatada del anecdotario del lugar: su pasado cenagoso e infecto; 
Psicoestany, cortesía de Alma Estela M.-M.
la época dorada de las pesqueras y el veraneo burgués de balneario y barqueo; la historia de la centenaria carpa Ramona o la de aquel cónsul soviético aficionado a la pesca que daría con el monstruo una vez retornado a la URSS. acontece entonces, en la visión del sombrío flujo de reflejos sobre las algas, 
una paz inesperada, tan ajena a la realidad, como para que mi cuerpo -desoyendo todas las leyes de Newton- remonte en fragmentos cada vez más diminutos los acuíferos y afluentes del sueño kárstico de la vida. cuando desembarco, me inquieta que semejante experiencia haya podido dejar alguna secuela en mi conciencia política.

un ocho, una línea larga e irregular y un cuadrángulo. anatomía de Banyoles: corazón y venas de agua, alma de travertino. tras el refrigerio, con la voluntad cada vez más reseca, me adentro en el casco histórico y, siguiendo el discontinuo rastro de la acequia principal, alcanzo la Plaça Major, una delicia gótica porticada hoy apenas disfrutada por un puñado de audaces. cerrados a cal y canto museo, monasterio e iglesia de Santa Maria dels Turers, me abandono al azar de la urdimbre medieval de calles y plazas, admirado tanto de la inexistencia del consabido eje comercial y gastronómico de cadenas y franquicias, como de la primacía del pulso cotidiano sobre el furor turístico.

el pequeño milagro de una librería abierta -en la que busco saciar la curiosidad viajera no satisfecha- y la conversación con la dueña -que me descubre los parajes mágicos de las Estunes y el bosque escultórico de can Ginebreda- no evitan la rendición incondicional ante el esquivo dragón de Banyoles. cuando giro la llave de contacto, me prometo un nuevo intento nada más perezca en su propia brasa este verano cegador.

4 comentarios:

  1. Banyoles siempre en mi corazón. De allí son los míticos HHH (Hardcore Hasta la Histeria).

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    1. Desconocía la interesante historia del grupo que menciona y eso que estuve relativamente cerca de ese ambiente, al menos en Barcelona. También en mi corazón -y en mi mente- hay un lugar para Banyoles. Un cordial saludo y gracias por su comentario.

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  2. Por un momento pensé que en el anecdotario del lago incluiría el naufragio que provocó un elevado número de muertos al hundirse un barco turístico. Escribo de memoria, fue un acontecimiento lo bastante sonado como para que haya perdurado en mi memoria.

    En cuanto a las narraciones inspiradas en sus expediciones por la Catalunya profunda me parece que está ya en condiciones de hacer una serie con ellas. De esta última, Banyoles emerge como un lugar en verdad atractivo para visitar.

    Ah, y de la ilustración tan sólo decir que parece ideada por la reencarnación de una artista activa en San Francisco en 1967. No es, por cierto, la primera vez que así me lo parece.

    Un saludo cordial .

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    1. Su memoria no le falla, amigo Gatopando. Ayer precisamente hizo 24 años de la tragedia que menciona, y por la que hubo incluso condenados. El anecdotario del texto sigue el que se relata en la grabación de la nave que recorre el lago hoy en día -en tiempos lo narraba en directo, con mucho más gracejo, el patrón-, en el que no se hace mención al naufragio. Tampoco yo, por los motivos que sea, he creído necesario recrear este episodio luctuoso.

      Hecha esta aclaración, cabe decir que Banyoles, su lago y sus alrededores tienen un atractivo peculiar, inefable. Más allá de lo misterioso, esotérico o monstruoso, incluso de la afabilidad de sus habitantes, la sola paleta de colores que se registra a orillas del lago a lo largo del día o las estaciones, y que de una manera libérima ha captado la artista, justificaría la visita -o mejor aún, la estancia- sobradamente.

      Un cordial saludo. Nos vemos en su blog.

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