miércoles, 23 de febrero de 2022

petirrojos

Imagen cortesía de Alma-Estela M. M. 
la felicidad no se ensaya
(Iseo M.-M.)

(en el décimo aniversario de 20añosnoesnada)

arrecia el otoño en la floresta. un petirrojo retoza entre la hojarasca haciendo las delicias de los excursionistas. no percibe que la vida sea niebla ni el mundo, caleidoscopio. bastante tiene con encontrar alimento y cobijo antes de las primeras nieves.

por esos ojos garzos y ese pico de oro, ¿quién no echaría abajo las puertas del averno? entre semana se las ingenia para ir tirando contra viento y marea, mientras los domingos tiende trampas a la monotonía. jamás echa el cerrojo ni le quita el sueño el dinero: para ella, la generosidad es una verdad casi tan sagrada como el aura en las mujeres solitarias de Hopper.

¿confiar en él, cuando lo único que le incita a iniciar una relación es pronosticar cuán profunda será la herida resultante? ha dejado tantas cosas atrás que siente como si se hubiera pasado la vida quemando futuros, aunque mantiene un retén de sus sueños entre las fotos guardadas en una vieja lata para galletas.

ya no hay melodramas como los de antes, tan solo tragedias bufas. en el vagón, en un rincón del ring, agachado contra la barra, ropa y botas gastadas, se acaricia la calva venosa con el dedo índice, con estudiada lentitud, como tanteando un remedio para la aniquilación. en la esquina opuesta, enzarzado en una disputa conyugal perdida de antemano, un grandullón patizambo y sonado busca al primero que tuerza el gesto para hacerle probar sus puños. absortos en sus cosas, pocos entre el pasaje se atreven a mirar siquiera de reojo, pero se les nota expectantes por que ambas desdichas se encuentren y midan su furia de aquí a la eternidad.

¡segundos fuera! en lo más alto del solo, Robin se ve a sí mismo brincando entre llaves, arrojándose campana abajo, surcando la ciudad abrazado a notas imposibles. cuando cae algún euro en la boina, vuelve a tierra por un instante y sonríe agradecido. guarda el saxo en el estuche y se pierde entre la multitud sin swing por el interminable túnel del transbordo. más tarde, frente a una cerveza, su hermana le explica entre risas e hipidos el caso de un amigo poseído por su diminuto miembro insaciable, que lo mantiene en vela toda la noche, forzándolo a montar una y otra vez cuanto cuerpo desprevenido yace a su lado. siempre discreto, el Pájaro evita preguntarle por las circunstancias en que conoció la anécdota.

sangre joven. sangre fértil, que abomina de la conspiración cotidiana de despertador, paraguas, salarios de mierda o seres de luz gangrenados de sombra. parque de la periferia. sentados cara a cara, el azar y la resignación. si bien jaquecas y erupciones cutáneas acompañaron su despido, todavía no está tan jodida como para sobrevivir a base de caprichitos o memes motivacionales. mejor columpiar a la niña, rememorar la propia infancia en la aldea o afirmarse en la idea de que problemas y soluciones son como tuercas y tornillos. cuando se reúne con su chica, adivina por su semblante aerostato que les vuelve a sonreír la fortuna.

solo si lo pongo del revés veo claro. el abuelo nunca busca compañía en la televisión, son otras sus tertulias: conversaciones ajenas o propias, con conocidos o extraños, en cafeterías, plazas o mercados. mientras le peina una raya impecable, el barbero -un tipo pintoresco, aficionado a la rumba, el pacharán y los best sellers- le da coba retándole a consagrar su experiencia y su saber a la escritura de una novela. él, consciente de su proverbial impericia para armar un relato, arquea su única ceja y sonríe, antes de declarar socarrón que la suya es una obra en vivo, y que ponerla negro sobre blanco sería como enjaular al petirrojo.

6 comentarios:

  1. Según lo/te iba leyendo me iba quitando el sombrero lentamente. Nivel. He disfrutado mucho. Mi reverencia (y me pongo el sombrero otra vez que no tengo pelo). Saludos agradecidos. Nivelazo.

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    1. Muchas gracias, Pedro. Hay textos en los que notas la magia desde el momento de su, por así decirlo, inspiración. Este fue uno de ellos. Cuestión de suerte, seguramente. Un cordial saludo.

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  2. Felicidades por el texto y por el aniversario. Dedicar toda una década a las metáforas no es una empresa fàcil. Un abrazo.

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    1. Muchas gracias. La verdad es que después de diez años, aún no sé si es fácil o difícil. A veces topas con épocas de sequía o saturación, y en cambio en otras, la lluvia fluye con naturalidad. Pero qué le voy a explicar a usted que no sepa. Un abrazo bien fuerte.

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  3. Me sumo a las felicitaciones. El texto engancha desde su mismo epígrafe. Como otras veces, siento la tentación de leerlo como un autorretrato pero no sería la primera vez que soy llamado a desengaño. Así es que lo incluyo en el género de la ficción con alas, de altos vuelos. Un cordial saludo.

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    1. Mucha razón en lo del epígrafe, que debo a una genialidad de una de mis hijas. Respecto a los tintes autobiográficos, alguno queda, como siempre, aunque esta vez más como espectador ornitológico que no como protagonista. Muchas gracias también a usted, Gatopando, por su felicitación. Nos vemos en su blog.

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