viernes, 31 de agosto de 2012
martes, 21 de agosto de 2012
Elogio de lo inalcanzable
Cien leguas de escarcha;
desde este barco,
la luna es toda mía.
desde este barco,
la luna es toda mía.
(Buson)
Con esta entrada, 20añosnoesnada inicia un breve receso en su casi diaria (y frenética) actividad. Nos volveremos a ver el próximo 3 de septiembre (si es que este país sigue en pie). A modo de propina, os dejamos el enlace a dos artículos de Rosa María Artal y Santiago Auserón, respectivamente, que, por muy diferentes razones, nos gustaría compartir con vosotros. Son: "Rajoy, la estrategia del percebe" y "El reto poético de la canción".
domingo, 19 de agosto de 2012
Eduardo Chillida, ...que 10 años no es nada
Cada una de las esculturas de Chillida es, como un pájaro, un signo del espacio; cada una dice una cosa distinta -el hierro dice viento, la madera dice canto, el alabastro luz-, pero todas dicen lo mismo: espacio. Rumor de límites, canto rudo: el viento -antiguo nombre del espíritu- sopla y gira incansablemente en la casa del espacio (Octavio Paz).
Nada más misterioso que el interés repentino que puedas sentir por un artista. Nada más caprichoso, en el más complaciente sentido de la palabra, que el inesperado hallazgo a través de su obra de la encrucijada en la que ingenuidad, intuición, visión, intelecto y enigma se revelan en todo su azar germinativo.
No menos inexplicable, al menos a priori, podría resultar haber vivido todo un año en Donostia y finalmente haber partido de allá sin haber contemplado El Peine del viento o, cuando menos, haberse dado de bruces con él en las infinitas correrías por la ciudad (lo justo sería decir, por los bares y garitos de lo Viejo, la playa de la Concha o los fondos del vetusto estadio de Atocha). No es de extrañar que, años más tarde, cuando uno se dejara impresionar por la obra de Chillida, dicha circunstancia acabará por hacer anidar en él una especie de molesto y vergonzoso molusco a modo de pecado original, que incluso le empujaría a -negando tercamente la realidad- creer que la instalación del célebre monumento había sido posterior a la temporada vivida en la capital donostiarra. En fin, nada que no pudiera solucionarse con la firme promesa de volver alguna vez allá para redimir la falta, un noble propósito que se vio acrecentado con la apertura en 2000 del hoy tristemente cerrado Chillida Leku. Pero pasó más de una década, tiempo suficiente, incluso, para que el artista nos dejara.
Íbamos en la tarde, / bajo las nubes grises. / (Tú tocabas el límite.) // Íbamos en silencio / contemplando las piedras / alzadas de la tierra. (Andrés Sánchez Robayna, "Chillida Leku", 2002).
Con nobleza como la mar, no con malicia, esfuerzo constante sin aparente fin. ¿Para qué sus blancas y tremendas luchas? Así el arte, que no es refugio sino intemperie, no orienta. Quizás desorienta hacia adelante (Eduardo Chillida).
Con nobleza como la mar, no con malicia, esfuerzo constante sin aparente fin. ¿Para qué sus blancas y tremendas luchas? Así el arte, que no es refugio sino intemperie, no orienta. Quizás desorienta hacia adelante (Eduardo Chillida).
Nada más misterioso que el interés repentino que puedas sentir por un artista. Nada más caprichoso, en el más complaciente sentido de la palabra, que el inesperado hallazgo a través de su obra de la encrucijada en la que ingenuidad, intuición, visión, intelecto y enigma se revelan en todo su azar germinativo.
No menos inexplicable, al menos a priori, podría resultar haber vivido todo un año en Donostia y finalmente haber partido de allá sin haber contemplado El Peine del viento o, cuando menos, haberse dado de bruces con él en las infinitas correrías por la ciudad (lo justo sería decir, por los bares y garitos de lo Viejo, la playa de la Concha o los fondos del vetusto estadio de Atocha). No es de extrañar que, años más tarde, cuando uno se dejara impresionar por la obra de Chillida, dicha circunstancia acabará por hacer anidar en él una especie de molesto y vergonzoso molusco a modo de pecado original, que incluso le empujaría a -negando tercamente la realidad- creer que la instalación del célebre monumento había sido posterior a la temporada vivida en la capital donostiarra. En fin, nada que no pudiera solucionarse con la firme promesa de volver alguna vez allá para redimir la falta, un noble propósito que se vio acrecentado con la apertura en 2000 del hoy tristemente cerrado Chillida Leku. Pero pasó más de una década, tiempo suficiente, incluso, para que el artista nos dejara.
sábado, 18 de agosto de 2012
Un día en las fiestas de la Vila de Gràcia
"...que se le pasaban [...] las noches de claro en claro, y los días de turbio en turbio", en célebre cita cervantina, que tal vez defina como ninguna la vida cotidiana de un vecino de la Vila de Gràcia durante estos días de fiesta mayor. Y entre estos vecinos, uno de nuevo cuño, El Manco, uno de nuestros colaboradores insignia, que a pesar de las advertencias de amigos, conocidos y vecinos, ha tentado a su locura (tampoco tenía mucho que perder), y ha decidido cual reedición de "la más alta ocasión que vieron los siglos" afrontar el envite, buscando en medio de la bacanal un relámpago de inspiración que le permita ultimar -es un decir- esa novela coral que acabe por otorgarle la cima de la nada o de la miseria.
En deslavazada conversación telefónica mantenida ayer con nuestro amigo a primera hora de la tarde, este nos rubalcaba, uy, perdón, nos recalcaba dos palabras de peregrina pronunciación que se han añadido estos días a su todavía incipiente catalán: guarniments y envelat, o lo que es lo mismo, adornos y entoldado. Dos palabras que, de hecho, definen gran parte del ayer y hoy de estas fiestas. La tercera, sin duda, sería veïns, vecinos, los verdaderos protagonistas de todo, en tanto que nada de ello sería posible sin su dedicación, entrega y amor por este entrañable lugar, aún más evidentes a lo largo de estas últimas dos semanas, y sobre todo, según nos relataba El Manco, en las frenéticas 48 horas previas al inicio de las fiestas, cuando se deben colocar los guarniments que harán de cada calle un microuniverso, en el que en menos de 50 metros se suspende por unos instantes la percepción espacio-temporal habitual en favor una mucho más relativa, tal vez, a la manera de Döblin, más cercana a la lógica de los niños y de los locos.
Aunque no siempre fue así, según nos comentaba El Manco. Llevado por su natural afición e inclinación a la lectura (aunque sean los papeles rotos de las calles), y libando de aquí y de allá, pudo enterarse de que esta costumbre se remonta a la última mitad del siglo XIX, siendo a principios del XX cuando se afirma como rasgo distintivo. Todo ello parecía entrar en contradicción con el testimonio de su buen amigo M., que no mantenía recuerdo alguno de calle engalanada antes de los años ochenta. El Manco, finalmente, saldría de dudas al consultar a la madre de M., mujer tan apegada al barrio que en sus casi 75 años, no se le recuerda más que alguna que otra esporádica expedición a la para ella remota plaza Catalunya, y que fue capaz de ilustrar en colores tan vivos como solo alcanza la evocación que desciende hasta lo más íntimo, el esplendor de las decenas de calles engalanadas y de los entoldados de las plazas del Diamant, del Sol y del Raspall, que insuflaron un hálito de ilusión y de vida en aquellos tiempos en blanco y negro de la longa noite de pedra. Un apogeo que decaería entrados los setenta para volver con brío en la década siguiente.
Un cierto resabio, sin embargo, le quedaba a la buena mujer de aquellos años mozos, y que tenía que ver con los entoldados, en los que la concentración de calor, sudor y obligación de vestir corbata, convertían el recinto en un verdadero horno, disuasorio incluso para habilidosos bailarines como su entonces novio y luego marido, que las más de las veces acababa escuchando la música interpretada por la orquesta desde la entrada.
Fue uno de estos envelats, concretamente el de la plaça del Diamant, el lugar escogido por Mercè Rodoreda para el primer encuentro entre Natàlia, la célebre Colometa, y el que pronto sería su primer marido, el impetuoso Quimet. No acababa de verlo claro El Manco. The times they are a-changin', y haciendo trabajo de campo por las distintas plazas con música en directo, nos adelantaba que había optado finalmente por escoger la plaza del Raspall y, en concreto, su festa alternativa, como lugar más idóneo para el primer encuentro de sus dos protagonistas. (¿pero no habíamos quedado en que la tuya era una novela coral, Manco?).
Pero olvidemos los entoldados y los conciertos para mejor ocasión y, siguiendo el consejo del Manco, obliguémonos a dejarnos arrastrar por el bullicio, por esa riada de exploradores de todas las edades que, programa en mano o llevados por su sola intuición, recorren las diversas calles y sus guarniments, ataviados con la mirada del niño, el loco, la Maga o el errante eterno, en busca de una última oportunidad para renovar su amor por aquel cine aventurero de indios y vaqueros o de buenos y malos alrededor de la Estrella de la Muerte; o para adentrarse en el día a día del circo (en su versión ordinaria o en otra manifiestamente más freak) o en uno de aquellos bailes de antaño al son de la gramola (la calle favorita del Manco, por la sabia elección por parte de los vecinos de una perspectiva liliputiense para el espectador); o en el mundo de la moda, la vida de las abejas o de los pingüinos, el ciclo del agua (también recreado acústicamente), una paradisíaca isla del Pacífico, la metáfora de la nube que deviene cuento (¿o tal vez sueño?), o los propios recuerdos de aquellos años de nuestra infancia, con las casetes, el Tetris, el popular comecocos o el diabólico cubo de Rubik. Todo un verdadero oasis y un alivio, tal vez efímero en exceso, para estos otros tiempos de hoy en HD que tal vez pudiéramos denominar sin excesiva acritud como longa noite de merda.
(English version)
En deslavazada conversación telefónica mantenida ayer con nuestro amigo a primera hora de la tarde, este nos rubalcaba, uy, perdón, nos recalcaba dos palabras de peregrina pronunciación que se han añadido estos días a su todavía incipiente catalán: guarniments y envelat, o lo que es lo mismo, adornos y entoldado. Dos palabras que, de hecho, definen gran parte del ayer y hoy de estas fiestas. La tercera, sin duda, sería veïns, vecinos, los verdaderos protagonistas de todo, en tanto que nada de ello sería posible sin su dedicación, entrega y amor por este entrañable lugar, aún más evidentes a lo largo de estas últimas dos semanas, y sobre todo, según nos relataba El Manco, en las frenéticas 48 horas previas al inicio de las fiestas, cuando se deben colocar los guarniments que harán de cada calle un microuniverso, en el que en menos de 50 metros se suspende por unos instantes la percepción espacio-temporal habitual en favor una mucho más relativa, tal vez, a la manera de Döblin, más cercana a la lógica de los niños y de los locos.
Un cierto resabio, sin embargo, le quedaba a la buena mujer de aquellos años mozos, y que tenía que ver con los entoldados, en los que la concentración de calor, sudor y obligación de vestir corbata, convertían el recinto en un verdadero horno, disuasorio incluso para habilidosos bailarines como su entonces novio y luego marido, que las más de las veces acababa escuchando la música interpretada por la orquesta desde la entrada.
Fue uno de estos envelats, concretamente el de la plaça del Diamant, el lugar escogido por Mercè Rodoreda para el primer encuentro entre Natàlia, la célebre Colometa, y el que pronto sería su primer marido, el impetuoso Quimet. No acababa de verlo claro El Manco. The times they are a-changin', y haciendo trabajo de campo por las distintas plazas con música en directo, nos adelantaba que había optado finalmente por escoger la plaza del Raspall y, en concreto, su festa alternativa, como lugar más idóneo para el primer encuentro de sus dos protagonistas. (¿pero no habíamos quedado en que la tuya era una novela coral, Manco?).
Pero olvidemos los entoldados y los conciertos para mejor ocasión y, siguiendo el consejo del Manco, obliguémonos a dejarnos arrastrar por el bullicio, por esa riada de exploradores de todas las edades que, programa en mano o llevados por su sola intuición, recorren las diversas calles y sus guarniments, ataviados con la mirada del niño, el loco, la Maga o el errante eterno, en busca de una última oportunidad para renovar su amor por aquel cine aventurero de indios y vaqueros o de buenos y malos alrededor de la Estrella de la Muerte; o para adentrarse en el día a día del circo (en su versión ordinaria o en otra manifiestamente más freak) o en uno de aquellos bailes de antaño al son de la gramola (la calle favorita del Manco, por la sabia elección por parte de los vecinos de una perspectiva liliputiense para el espectador); o en el mundo de la moda, la vida de las abejas o de los pingüinos, el ciclo del agua (también recreado acústicamente), una paradisíaca isla del Pacífico, la metáfora de la nube que deviene cuento (¿o tal vez sueño?), o los propios recuerdos de aquellos años de nuestra infancia, con las casetes, el Tetris, el popular comecocos o el diabólico cubo de Rubik. Todo un verdadero oasis y un alivio, tal vez efímero en exceso, para estos otros tiempos de hoy en HD que tal vez pudiéramos denominar sin excesiva acritud como longa noite de merda.
(English version)
viernes, 17 de agosto de 2012
Unlikely? Friendships #2: Don Quijote, The Pink Panther, Tinker Bell
miércoles, 15 de agosto de 2012
"...ni un solo plan en mi mente, ni una ambición, ni una necesidad."
All men dream: but not equally. Those who dream by night in the dusty recesses of their minds wake in the day to find thta it was vanity. But the dreamers of the day are dangerous men, for they may act their dreams with open eyes, to make it possible. (T.E. Lawrence)
En mi caso, el esfuerzo que realicé durante esos años para vivir vestido como los árabes y para imitar su estructura mental me despojó de mi personalidad inglesa, y me hizo contemplar al Occidente y sus convenciones con nuevos ojos, destruyéndolo todo para mí. Pero al mismo tiempo no podía sinceramente endosarme una piel árabe; era solo una afectación. Un hombre se transforma fácilmente en un infiel, pero difícilmente se convierte a otra fe. Me desprendí de una forma sin asumir la otra, y llegué a ser como el ataúd de Mahoma en nuestra leyenda, resultando de ello un sentimiento de intensa soledad en la vida y un desprecio, no por los demás hombres, pero sí por todo lo que hacen. Tal despego invadió a veces a un hombre agotado por el aislamiento y el prolongado esfuerzo físico. Su cuerpo se afanaba mecánicamente, mientras su espíritu razonable le abandonaba y desde fuera le contemplaba con los ojos críticos, admirado de lo que hacía ese vano armatoste y de los motivos que le guiaban. A veces, esas múltiples personalidades conversaban en el vacío, y entonces la locura estaba cercana, como creo que lo estaría para el hombre que pudiera simultáneamente ver las cosas a través de los velos de dos costumbres, de dos educaciones, de dos ambientes.
En mi caso, el esfuerzo que realicé durante esos años para vivir vestido como los árabes y para imitar su estructura mental me despojó de mi personalidad inglesa, y me hizo contemplar al Occidente y sus convenciones con nuevos ojos, destruyéndolo todo para mí. Pero al mismo tiempo no podía sinceramente endosarme una piel árabe; era solo una afectación. Un hombre se transforma fácilmente en un infiel, pero difícilmente se convierte a otra fe. Me desprendí de una forma sin asumir la otra, y llegué a ser como el ataúd de Mahoma en nuestra leyenda, resultando de ello un sentimiento de intensa soledad en la vida y un desprecio, no por los demás hombres, pero sí por todo lo que hacen. Tal despego invadió a veces a un hombre agotado por el aislamiento y el prolongado esfuerzo físico. Su cuerpo se afanaba mecánicamente, mientras su espíritu razonable le abandonaba y desde fuera le contemplaba con los ojos críticos, admirado de lo que hacía ese vano armatoste y de los motivos que le guiaban. A veces, esas múltiples personalidades conversaban en el vacío, y entonces la locura estaba cercana, como creo que lo estaría para el hombre que pudiera simultáneamente ver las cosas a través de los velos de dos costumbres, de dos educaciones, de dos ambientes.
martes, 14 de agosto de 2012
La casa de Jacinto
Jim ni siquiera estaba borracho, pero su energía se estaba desvaneciendo. Más tarde, Ray comentó que había visto toda la energía psíquica de Jim salirle por la parte superior de la cabeza. Yo no vi nada de eso,
pero, efectivamente, daba la impresión de que Jim
había perdido toda su fuerza vital (John Densmore).
pero, efectivamente, daba la impresión de que Jim
había perdido toda su fuerza vital (John Densmore).
Es turbia la pereza. Como un gemido en la pared. Una copa de vino deja el fértil tacto de las yemas de tus dedos para iniciar la danza alrededor de la bombilla del escritorio, como uno de esos estúpidos insectos que nunca sabrán cómo han llegado pero no renuncian a marchar. Piensas en tu estómago vacío, y en lo terriblemente cotidiano que llega a ser el ser. Y rebuscas en los bolsillos de antaño y te das cuenta de lo mucho que añoras los periódicos deportivos de entonces, la ingenuidad picarona de tus amigas, el secreto a voces que nunca dejaba de oscilar como una imprecación ante los surcos ciegos que te anunciaban una nueva y flamante canción.
Hyacinth House, la casa de Jacinto, "posiblemente la canción más triste que Jim escribiera", según Densmore, quien también vio en ella una metáfora de la historia de esas otras puertas de la percepción: Ray -y el resto de The Doors-, el apolíneo; Morrison, el dionisíaco. Todo acorde con aquella primigenia lectura de un joven Jim, Die Geburt der Tragödie, hasta que se rompe el equilibrio y Apolo mata (sin ni tan siquiera desearlo o provocarlo) a Jacinto, tremenda ironía metafórica, con el inicio del verano de 1971 (la vida puede ser contemplada como una paradoja tan bellamente natural y matemática como para hacer que toda creencia religiosa bese el suelo de la credibilidad del lloro de un niño de tres años).
domingo, 12 de agosto de 2012
Hestío y acción
...y podrías enloquecer, o burdamente sentirte otro, en un sudario de hierros acolchados, protegido de sonrisas solares y campanadas a destiempo. Como también podrías maniatar tu cordura, arriesgarla en el abismo de tus labios, rouse ou noir, manque ou passe, un golpe de azar jamás abolirá... un día bastardo. Y entreabres la cortinilla con el pie derecho, calcinando la memoria en la escucha del fin de las puertas y un molesto ventilador a modo de marcapasos. Es entonces cuando caes en la cuenta de que por muchas travesías que te otorgaran los dioses, siempre acabarías aquí, es esta estéril fotografía, preso de las sombras azules, a ella te podrían haber devuelto tanto la tibia noche de una pensión romana, antiguo lupanar, según la patrona, de Calígula; como un branquial atardecer en la que una hermosa ola marina se entretenía deshojando tu miembro fláccido y despellejado de tanto joder; o una sobremesa eternizada en instante, en la que dos pequeñas jugando bajo las patas de una mesa vacían la clepsidra de tu sueño de patio con ciprés, palmera y naranjo bastardo.
Y volteas tu cuerpo con la pesadez de quien se sintiera eje equinoccial del dolor. El alma contraída en una mañana maldita como un nervio eléctrico. Nada pudiera parecer que lograra calmar tu terror a la soledad de la vejez que deviene infancia sin padres. Y el mudo temblor de una hoja te devuelve a la lectura. "Je m'accoude à la table, la lampe éclaire très vivement ces journaux que je suis idiot de relire", así que el laberinto te arrumba a la sombría luz de Pier Paolo Pasolini, a su combate cuerpo a cuerpo con la poesía.
Y volteas tu cuerpo con la pesadez de quien se sintiera eje equinoccial del dolor. El alma contraída en una mañana maldita como un nervio eléctrico. Nada pudiera parecer que lograra calmar tu terror a la soledad de la vejez que deviene infancia sin padres. Y el mudo temblor de una hoja te devuelve a la lectura. "Je m'accoude à la table, la lampe éclaire très vivement ces journaux que je suis idiot de relire", así que el laberinto te arrumba a la sombría luz de Pier Paolo Pasolini, a su combate cuerpo a cuerpo con la poesía.
viernes, 10 de agosto de 2012
"Er stand vor dem Tor des Tegeler Gefängnisses und war frei."
(En esta casa vivió y ejerció como médico desde 1930 hasta 1933 Alfred Döblin (10/8/1878 - 26/6/1957). Escritor, dramaturgo, ensayista. Emigró de la Alemania nazi un día después del incendio del Reichstag. Sus obras, entre ellas la novela Berlin Alexanderplatz, fueron víctimas de las quemas de libros nazis.)
"Olvidado en vida. Döblin no estaba bien situado. No caía bien. Para la izquierda progresista era demasiado católico, para los católicos demasiado anarquista; para los moralistas le faltaba firmeza en sus tesis, para el programa de noche era demasiado poco elegante, para la radiodifusión didáctica demasiado vulgar [...]. El mundo de Döblin no se cotizaba ni se cotiza" (Günter Grass).
jueves, 9 de agosto de 2012
La peor forma de injusticia es la justicia simulada
Vaya por delante nuestra admiración hacia Juan Manuel Sánchez Gordillo, Pedro Romero, Diego Cañamero y todos los participantes del Sindicato Andaluz de Trabajadores que protagonizaron las dos protestas de anteayer en Écija y Arcos de la Frontera. Así, sin tapujos, sin medias tintas, sin plantearse absurdos dilemas presuntamente morales que en esta ocasión solo sirven para espolear a los que ya no se conforman con despojarnos de nuestro dinero, empleos, ilusión y futuro. Ahora sabemos que también buscan nuestra libertad.
Marinaleda ("una utopía hacia la paz") es uno de tantos recuerdos de infancia que tenemos algunos de los miembros de esta redacción. Imágenes lejanas, extraídas de algún telediario o Informe Semanal. Imágenes en blanco y negro de un pueblo que decidió transformar su destino y ocupar la tierra que se les negaba. Que luchó por el agua, el agua, el empleo, por mejorar las infrahumanas condiciones en que vivían como jornaleros, por cortar la hemorragia de la emigración. Imágenes que, junto a otras más cercanas en el tiempo, nutren el reportaje Marinaleda: 30 años de lucha, y que suponen una verdadera bofetada ética (y estética) a todos aquellos que nos intentan imponer el dogma del libre mercado como único garante del progreso y los beneficios sociales.
Marinaleda ("una utopía hacia la paz") es uno de tantos recuerdos de infancia que tenemos algunos de los miembros de esta redacción. Imágenes lejanas, extraídas de algún telediario o Informe Semanal. Imágenes en blanco y negro de un pueblo que decidió transformar su destino y ocupar la tierra que se les negaba. Que luchó por el agua, el agua, el empleo, por mejorar las infrahumanas condiciones en que vivían como jornaleros, por cortar la hemorragia de la emigración. Imágenes que, junto a otras más cercanas en el tiempo, nutren el reportaje Marinaleda: 30 años de lucha, y que suponen una verdadera bofetada ética (y estética) a todos aquellos que nos intentan imponer el dogma del libre mercado como único garante del progreso y los beneficios sociales.
miércoles, 8 de agosto de 2012
Hestío...
desagüe. transistor. reflejo de una infancia en tránsito. un joven graba en una flor cuanto sobreviene. dos hombres de mediana edad arrastrando una lavadora. una cometa virando hacia la veleta del campanario. el lastrado andar de un joven en camino de metamorfosearse en chatarra se rompe inesperadamente con un plano cenital sobre la sombra de una niña en un columpio, que deviene primer plano de madre superada por la ingravidez de una mariposa. leve brisa de sobremesa. el fulgurante sonido de una sirena de nadie.
lunes, 6 de agosto de 2012
Rescue (con perdón)
La llegada de The Beatles a los Estados Unidos y el éxito arrollador no solo de sus conciertos en Washington y Nueva York, sino especialmente de su presentación el 9 de febrero de 1964 en el influyente Ed Sullivan Show, hizo virar el gusto y el interés de gran parte de la juventud norteamericana hacia las canciones de los nuevos grupos británicos y su opción estética. Unas bandas que no sólo vendieron cifras de discos hasta entonces inimaginables en cantantes no estadounidenses, sino que una vez iniciaron sus giras a lo largo y ancho del país, se hicieron merecedoras del título común de British Invasion. Estamos hablando, obviamente, de The Rolling Stones, The Animals, The Who o The Kinks, entre otros.
Un paralelismo que también observamos en el caso español que nos ocupa (enlace). Así, el apoteósico éxito (contra)reformador de Los Fabulosos de la Moncloa también ha tenido como consecuencia el acceso a amplias cotas de ppularidad (sic) de bandas más o menos adláteres que, especializadas en recortar derechos y aplicar todo tipo de tasas y subidas de impuestos a la gran mayoría (mientras se perdonan a millonarios y evasores en general), más allá de una conquista de los mercados norteamericanos no sólo imposible, sino en el fondo poco querida, han impuesto su dudoso gusto estético y ético en las principales cabeceras de los medios de comunicación, y, de hecho, en la vida cotidiana de millones de personas en este país.
Un paralelismo que también observamos en el caso español que nos ocupa (enlace). Así, el apoteósico éxito (contra)reformador de Los Fabulosos de la Moncloa también ha tenido como consecuencia el acceso a amplias cotas de ppularidad (sic) de bandas más o menos adláteres que, especializadas en recortar derechos y aplicar todo tipo de tasas y subidas de impuestos a la gran mayoría (mientras se perdonan a millonarios y evasores en general), más allá de una conquista de los mercados norteamericanos no sólo imposible, sino en el fondo poco querida, han impuesto su dudoso gusto estético y ético en las principales cabeceras de los medios de comunicación, y, de hecho, en la vida cotidiana de millones de personas en este país.
domingo, 5 de agosto de 2012
Los Fabulosos de la Moncloa
No cabe duda del meteórico ascenso en las principales listas de éxitos del grupo invitado hoy a nuestra bitácora, solo comparable al de aquel otro mítico cuarteto procedente de la portuaria ciudad inglesa de Liverpool, que allá por los ya lejanos años sesenta del siglo pasado conquistara los oídos y las conciencias de media humanidad.
Una de las más características habilidades de los Fab Four británicos fue su notable espontaneidad, ingenio e incluso mordacidad a la hora de improvisar respuestas en entrevistas y ruedas de prensa, algo que en no pocas ocasiones les costó algún que otro importante disgusto por parte de radicales e integristas religiosos y políticos en general. En la mente de todos está la impagable "Christianity will go. It will vanish and shrink. I needn't argue with that; I'm right and I will be proved right. WE'RE MORE POPULAR THAN JESUS NOW; I don't know which will go first, rock and roll or Christianity", cuestión esta de la popularidad de unos y otros en aquel momento seguramente cierta, como demuestra el alto grado de especialización al que, desde entonces, ha llegado la curia vaticana en la organización de macroespectáculos multimedia a la mayor gloria del santo padre de turno -para muestra un botón, la JMJ del verano pasado-.
Una de las más características habilidades de los Fab Four británicos fue su notable espontaneidad, ingenio e incluso mordacidad a la hora de improvisar respuestas en entrevistas y ruedas de prensa, algo que en no pocas ocasiones les costó algún que otro importante disgusto por parte de radicales e integristas religiosos y políticos en general. En la mente de todos está la impagable "Christianity will go. It will vanish and shrink. I needn't argue with that; I'm right and I will be proved right. WE'RE MORE POPULAR THAN JESUS NOW; I don't know which will go first, rock and roll or Christianity", cuestión esta de la popularidad de unos y otros en aquel momento seguramente cierta, como demuestra el alto grado de especialización al que, desde entonces, ha llegado la curia vaticana en la organización de macroespectáculos multimedia a la mayor gloria del santo padre de turno -para muestra un botón, la JMJ del verano pasado-.
sábado, 4 de agosto de 2012
Some kinda love...
And no kinds of love
Are better than others
(Lou Reed)
O REM ridiculam, Cato, et iocosam,
dignamque auribus et tuo cachinno!
ride quidquid amas, Cato, Catullum:
res est ridicula et nimis iocosa.
deprendi modo pupulum puellae
trusantem; hunc ego, si placet Dionae,
protelo rigida mea cecidi.
(¡Ay, cosa risible, Catón, y cachonda y digna de tus oídos y de tus carcajadas! Ríe, Catón, tanto como quieres a Catulo: la cosa es risible y muy cachonda. Hace poco pillé a un chaval que se estaba tirando a una chica: a él yo, con perdón de Dione, le aticé de un golpe con la mía tiesa).
jueves, 2 de agosto de 2012
"Los zapatos de Nadie"
Mi patria en mis zapatos (El Último de la Fila)