jueves, 9 de agosto de 2012

La peor forma de injusticia es la justicia simulada

Vaya por delante nuestra admiración hacia Juan Manuel Sánchez Gordillo, Pedro Romero, Diego Cañamero y todos los participantes del Sindicato Andaluz de Trabajadores que protagonizaron las dos protestas de anteayer en Écija y Arcos de la Frontera. Así, sin tapujos, sin medias tintas, sin plantearse absurdos dilemas presuntamente morales que en esta ocasión solo sirven para espolear a los que ya no se conforman con despojarnos de nuestro dinero, empleos, ilusión y futuro. Ahora sabemos que también buscan nuestra libertad.

Marinaleda ("una utopía hacia la paz") es uno de tantos recuerdos de infancia que tenemos algunos de los miembros de esta redacción. Imágenes lejanas, extraídas de algún telediario o Informe Semanal. Imágenes en blanco y negro de un pueblo que decidió transformar su destino y ocupar la tierra que se les negaba. Que luchó por el agua, el agua, el empleo, por mejorar las infrahumanas condiciones en que vivían como jornaleros, por cortar la hemorragia de la emigración. Imágenes que, junto a otras más cercanas en el tiempo, nutren el reportaje Marinaleda: 30 años de lucha, y que suponen una verdadera bofetada ética (y estética) a todos aquellos que nos intentan imponer el dogma del libre mercado como único garante del progreso y los beneficios sociales.

Pero vamos con los hechos. Una acción reivindicativa meramente simbólica, llevarse sin pagar algunos carros de supermercado con productos de primera necesidad destinados a barriadas sevillanas y pueblos gaditanos donde la crisis está golpeando duro, y una oleada de protestas del statu quo atrozmente desmesurada, en la que también se implican algún partido y medio de izquierdas, hecho que acaba por poner en bandeja de plata la posterior persecución de los responsables -con lo fácil que hubiera sido aprovechar que estamos en agosto-. (Y es aquí cuando nos viene a la memoria el kafkiano caso de Laura Gómez, militante de la CGT que este mismo año se pasó casi un mes en prisión preventiva ¡por quemar un fajo de billetes del Monopoly delante de la sede de la Bolsa en Barcelona! y para la que se piden nada más que 36 años de prisión.)

"El fuero para el gran ladrón, la cárcel para el que roba un pan", en cita de Pablo Neruda, que con toda justicia podía haber encabezado esta entrada. Pero sabéis de nuestra querencia por resaltar lo desvergonzado y esperpéntico de muchos de nuestros políticos, de destacar aquello que hace de los mismos una casta desvergonzada que vive de espaldas a aquellos que, de acuerdo al sistema vigente, representa. De ahí la cita finalmente escogida, debida a Platón y dedicada especialmente a ese portento ("franquista de tomo y lomo", que diría Sánchez Gordillo) que responde al nombre de Jorge Fernández Díaz. Este fue el menú de ayer:

De primero, una de cinismo pérfido: "Todos somos conscientes de que la gente lo está pasando mal, pero el fin no justifica los medios", del mismo Fernández Díaz, quien rematando a la manera de un sheriff aseguraba que iba a hacer respetar la ley sin miramientos porque si no "esto sería la ley de la selva" (aunque mientras, felinos de alto standing como quienes tú y nosotros sabemos -y Jorge también-, de vacaciones en yate de lujo y comiendo en restaurantes de cinco tenedores). Como segundo, una de izquierda "civilizada": "Sánchez Gordillo se manifiesta contra la participación de IU en el gobierno (sic). Yo, contra la barbaridad de q (sic) este diputado asalte supermercados" (Griñán, en tuit insertado a modo de chicha del bocadillo entre dos comentarios sobre medallas españolas en los JJ.OO. -"Es estimulante comprobar su tenacidad, capacidad y espíritu deportivo", ¡olé, Pepe!-). Y de postre, el paulatino vaivén lingüístico del diario El País, que por la mañana convertía el asalto en robo, para luego volver a la teoría del asalto, quién sabe si paso previo a la acuñación a lo largo del día de hoy de una nueva modalidad delictiva: el robasalto.

Aunque qué se puede esperar de un tiempo en que el pasquín de la FAES de este mes, más allá de cursiladas del estilo "la verdad es que hablamos de una nación demasiado vieja y demasiado grande como para admitir cierto tipo de reducciones simplistas sobre el futuro del país", opta por entregarse a aparentemente sesudos ejercicios de desquiciada ampulosidad retórica ("Empiezan a abundar desde una sedicente 'portavocía' de la sociedad civil las proposiciones arbitristas que pretenden hacer pasar por proyectos de reformas meditados lo que no dejan de ser ejercicios más o menos bien intencionados de retórica política"), para acabar cantando las verdades del barquero de Hitler, sin que prácticamente nadie en la esfera pública se ruborice: "No nos servirá la fragmentación electoral, ni las propuestas radicales, ni las hojas de firmas, que aguantan mal la comparación con el censo electoral, que ha avalado mayoritariamente y hace bien poco el programa popular". Y todo ello sin atisbo de cumplir una sola promesa electoral de un programa que, de hecho, nunca existió, y cambiando las veces que haga falta el marco legal -que para eso también da la mayoría absoluta-. (Y el que quiera filosofar sobre la distancia entre lo legal y lo moral, que interrogue al cadáver de Antígona o al de la semiextinta asignatura de Educación para la ciudadanía.)

En cuanto al último farsante de la obra, la cadena Mercadona, simplemente deciros que esta tarde hemos decidido prescindir definitivamente de los servicios de la misma. Y ello, debido a la cobarde persecución iniciada contra los participantes de la acción en Écija (aunque qué se puede esperar de una empresa que, al contrario de lo que hacen otras marcas y grandes superficies, nunca se ha mostrado partidaria de donar los alimentos desechados para la venta pero todavía en buen estado -enlace-), a la hipócrita publicidad de sus presuntas virtudes y buenas maneras con empleados y proveedores -enlace, gracias, Esther Vivas, por poner a cada uno en su lugar-, como también al cansancio por la reiteradas provocaciones y boutades del incorregible, Juan Roig.

P.D. Nos ha gustado (y en cierto modo aliviado) el apoyo que Sánchez Gordillo y el SAT han recibido, en general, de IU. Así, destacaríamos las elocuentes declaraciones de Gaspar Llamazares, quien rápidamente obtuvo como respuesta a sus palabras una verdadera galerna de descalificaciones e improperios. Pero también este de Amanda Meyer: "Presidente [en referencia a Griñán], no señale al débil mientras nos roban a manos llenas gracias a la reforma constitucional que pactaron ustedes con PP", y, por supuesto, este último de Alberto Garzón: "La acción del SAT ha sido un símbolo de la dignidad y de la justicia social".

P.D. (2) Y ya que hablamos del barquero de Hitler, ¿por qué no seguir con su ministro de propaganda? Porque de goebbelada -y disculpad el palabro- de tres al cuarto cabe calificar las declaraciones del gavioto Rafael Merino, en las que aconsejaba a Sánchez Gordillo dejarse de asaltos y empezar por rebajar el sueldo a su jefe de Policía Municipal, quien según sus datos "cobra más que el presidente del Gobierno de la Nación". Bien pensado, Rafa, lástima que, como todo hijo de vecino sabe menos tú y tus lacayos, en Marinaleda no exista policía municipal. Por lo que parece, la mayoría absoluta también da derecho a barra libre de difamación, desinformación e inquina.

(Fotografía de Julián Rojas, aparecida en El País.)

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