domingo, 3 de julio de 2016

la fiesta de la democracia

...un entumecimiento general se apoderó de mí. Parecía como si mi cuerpo se disolviera y se volviese transparente. En mi pecho sentí claramente los ecos de los eslóganes ingeridos en las dos últimas semanas, que emitían millones de suaves destellos. Mis pestañas crecían sin parar, y como hebras de oro se enrollaban sobre unas pequeñas ruedas de marfil que giraban con deslumbrante rapidez. En ciertos momentos volvían a mi mente los antiguos camaradas, pero estaban alterados; me parecían medio hombres y medio plantas. Tan extraña me pareció esta visión que sentí convulsiones de risa, y para unirme a la jocosidad del espectáculo empecé a arrojar papeletas al aire, volviéndolas a recoger y haciéndolas girar con la volatilidad de una promesa electoral. Uno de los interventores se dirigió a mí en castellano, aunque la traducción de sus palabras me llegaba indistintamente en saami y en suajili. Fue en ese preciso instante cuando me encaminé hacia la urna sobre vacío en ristre...
(adaptación libérrima de un fragmento de "Le hachich", texto de Théophile Gautier)

2 comentarios:

  1. Uf, me temo que presenta usted síntomas evidentes de síndrome poselectoral. Consulte con su psiquiatra a la mayor brevedad.

    Cordial saludo

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    1. Es lo más probable, pero sabe, esos síntomas me evitan maldecir en arameo cada dos por tres o directamente insultar a ese pertinaz espécimen de votante apoyapartidos corruptos. Otro cordial saludo.

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