domingo, 4 de octubre de 2015

varadero

largo camino, que se ha hecho interminable. pleamar de las dunas, donde se detienen vehículos sin conductor, porque ha desaparecido en algún recodo del lento camino, queriendo olvidar.

risotadas y aullidos de mil noches lejanas retumban en las oquedades de su cabeza. hombre envase retornado a la luz (a sus rescoldos o cenizas, en el ojo de la nada).

los labios de la brisa acarician su piel bañada en sombras. cruza sus entrañas, de improviso, el deseo de que alguien le recoja de la cuneta para hacer con él cuanto le apetezca. ¿por qué no ella, devuelta una y otra vez por la memoria sin raíces?

ajeno a sí mismo dirige sus pasos a los destellos sonoros de lo que se figura una fiesta privada. parte con ventaja: lleva cinco vidas gastadas y alguna vez pensó que la poesía y el rock iban a cambiar su mundo. se mofa de sí mismo con calculado cinismo: oculto bajo sus gafas ahumadas nadie ha podido nunca percatarse de su ceguera.

ella le espera en la barra dispuesta junto a la piscina. le ofrece una copa y mientras se recoge el cabello, afirma con calculada indolencia que hay distancias tan largas que no siempre conducen a un final de trayecto.

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