viernes, 24 de julio de 2015
iluminación
y te interrogas sobre cómo es posible que en una tarde cualquiera del presente mes de julio (uno de los más sudorosos y sedientos de los últimos tiempos), subiendo por rambla Catalunya (un paseo extrañamente inhóspito para ti -y ello a pesar de las dos hileras de tilos que lo flanquean-), SÚBITAMENTE, mientras esperas frente a un paso de peatones, ACONTEZCA LA ILUMINACIÓN en la contemplación absorta de una lona publicitaria con una imagen fotográfica realizada en ángulo picado en la que las hojas de un bosque de cerezos en flor descubren el paseo en barca de un hombre y una mujer. pero hoy no son Adán y Eva los que te hacen olvidar la cotidiana pugna en tu mente entre problemas personales, familiares y laborales, por una lado, y los diversos efectos narcóticos del vino, el rock y la creación literaria, por el otro; es la paleta de rosas y blancos con sus armoniosos destellos la que, paulatinamente, se adueña de tu yo daltónico para confiarlo, por un soplo o latido de tiempo, a la luz.
ay, le comprendo: !esos mercenarios de la belleza!, en cuanto te descuidas se salen con la suya. Uno no sabe si bendecirlos o asesinarlos, probablemente ambas cosas al mismo tiempo.
ResponderEliminarAcierta de pleno, Gatopando. La verdad es que en aquel momento me vino a la cabeza un poema de Tchao-Pien, recogido por José Ángel Valente en alguno de sus ensayos bajo la denominación de "iluminación del burócrata o del funcionario". Pero que "mi" iluminación partiera de una maniobra publicitaria ya me parece excesivo. No cabe duda de que nos tienen en sus manos. Nos vemos en su blog.
EliminarHace siglos que vivimos de la epifanía publicitaria: JRJ, "La luna", en Diario de un poeta recién casado: https://archive.org/stream/diariodeunpoetar00jimn#page/125/mode/1up
ResponderEliminarPues sí. No hay fenómeno que escape a los ojos de un verdadero poeta, ni tampoco a los de una crítica literaria despierta, como es el caso de usted.
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