domingo, 5 de abril de 2015

tuércele el cuello a la botella

"desandar el anochecer a través del doblado espejo de la memoria ... libar tan solo el fantasma de nuestra rendición en caliente ... las luces de la ciudad derraman su plumaje sobre la barra ... trazan con su profundo vuelo ... una senda imaginaria entre el deseo y el sexo, la verdad y el enigma, la ambición o los sueños, la muerte... el poema"

lo peor de volver a casa totalmente ebrio nunca era la borrachera en sí, ni el estúpido empeño en echar un pestillo largo tiempo atrancado, como tampoco la cólera de los vecinos, los golpes y moratones en rodillas y codos mientras rodabas por el suelo en vano intento de despojarte de los pantalones, o ese "anticipo de la agonía" que otros menos leídos, todavía hoy, llamamos "resaca". lo terrible siempre fue, una vez realizada una somera lectura de las notas garabateadas a lo largo de la velada, corroborar por enésima vez que tus dotes como escritor se mantenían a años luz de las del "dipsómano"...

6 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Existen diversas versiones, pero la más verosímil es que, a la manera del gusano en el mezcal, daba vueltas tranquilamente en la botella de ajenjo, hasta que, con el último trago, se lo acabó zampando Darío.

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    2. Por cierto, he enlazado "La estatua del jardín botánico" en "Algo más que ruido...", pero no se me ponga demasiado nostálgica, ¿vale?

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    3. Yo soy más de Escuela de calor, pero gracias, Nadie.

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  2. "La literatura es una carrera de fondo; en la meta, solo un vaso de agua". Kepa Murua. Los pasos inciertos. Pg 246 Ya lo ve, Nadie -si hacemos caso al poeta y editor- un simple vaso de agua con el que tratar de aliviar la resaca de toda una vida. Pero, no hay opción, seguiremos bebiendo y/o fumando.

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    1. Seguro que sí, y es que Pessoa se quedó corto. ¡Qué fingidor ni que leches! Lo que es el poeta es un tramposo de tomo y lomo.

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