sábado, 21 de abril de 2012

Keith Moon is alive!

Anda, que menudo viernes este con el que nos ha obsequiado el des(Gobierno) popular (sic). Por un instante, los bloguerros de guardia en la redacción hemos llegado a pensar que Marianín acabaría el día tomando el congreso con algún guardia civil despistado o invadiendo las Malvinas. ¡Qué país! ¡Qué miedo!

Y eso que esta mañana estábamos de buenas, todavía en estado de choque por la sensacional noticia publicada por los medios el otro día, la confirmación de la "resurrección" -aunque sea para algo tan anodino y poco atractivo como la ceremonia de inauguración de unos Juegos Olímpicos- de uno de los bateristas más excepcionales de la historia del rock: Keith Moon.

Vaya por delante que este bloguerro llegó algo tarde a The Who, notablemente embebido como estaba en The Beatles, The Animals o The Rolling Stones, de los que, casi sin solución de continuidad pasó a The Doors y Velvet Underground. Aun así, discos como "Tommy" o "Who's next" fueron pasto de la aguja del tocadiscos, cada vez más emperrada en convertir los vinilos en un concierto de grillos descontrolados.

Me impactó la figura de Moon "the Loon". No sólo por su talento, su revolucionaria técnica y su empaque, sino porque, más allá de sus desquiciadas y explosivas chaladuras, este verdadero "terror de los inodoros" siempre me pareció el más humano de esa particular quadrophenia. Es lo que tiene ser el más cabra loca, la oveja descarriada, la piedra rodante o el maldito por excelencia, el tipo aquel al que posiblemente jamás te atreverías a invitar a una cerveza pero que, en negativo, te revela lo acelerada, dolorosa y frágil que puede ser la existencia. También humano, demasiado humano, fue ese irónico y absurdo final por sobredosis de pastillas para combatir su adicción al alcohol, justo cuando sus compañeros planeaban echarlo de la banda.


En fin, que hoy es sábado y si hoy es sá... esto es ALGO MÁS QUE RUIDO y su octava entrega, dedicada esta semana, como podéis imaginar a The Who, y concretamente a "Uno rapidito (mientras él está fuera)" o en su título original "A quick one (while he's away)", tema que, más allá del pícaro título, es visto hoy en día como el embrión del formato de ópera rock que, ya con Tommy, la banda llevaría a su plenitud.

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