sábado, 16 de julio de 2016

Ø

tras salir del depósito, había gastado la tarde en emborronar cuartillas, contemplar fotografías y eclipsarse en dosis diversas viendo correr las nubes a través de la ventana. hacía tiempo que frente al dilema entre acción y pensamiento, había optado por la expresión de una amargura que se le antojaba tan inevitable como fingida. despacio, mañana, quizá, para qué: no encontraba un sentido a nada de lo que hacía o deshacía. así que, a la espera de la reaparición del ACORDE AMARILLO IMPOSIBLE, se brindó tácitamente a reformularse como Ø

5 comentarios:

  1. ¿Usted ya sabe, Nadie -me consta que sí- que sólo cuando nos vaciamos de todo es cuando estamos abiertos, por fin, a llenarnos de todo sentido?

    "Borrarse./ Sólo en la ausencia de todo signo/ se posa el dios" (José Ángel Valente, Al dios del lugar)

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    1. Buen consejo. Se lo transmito al amigo que inspiró la entrada. De todas formas, en mi humilde opinión, la esperanza en la revelación de un dios o de un acorde amarillo imposible suena tan desoladora como contar las horas que restan para el inicio de la temporada futbolística. Un cordial saludo.

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    2. Ay por dios, Nadie, parece mentira... Relea a sus místicos, reléalos. Y se dará cuenta de que no es cuestión de esperanza o de espera. Es cuestión de dejar fluir el tiempo. Y disfrutar del fluir. Cuanto más ansiemos que ocurra algo, más se alejará ese posible hecho. Vacíese del ansia, también. Fluya en el vacío. Y ni siquiera espere, sino que disfrute del hueco. Si tiene que ocurrir algo, ocurrirá. Y si no, habrá gozado de ese espacio para sí.

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    3. Por dios, M.T., ¿su hondo saber bebe de los místicos o de los manuales de autoayuda? Tomo nota, de todos modos. Nunca se sabe.

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    4. ¿Manuales de autoayuda? Si los confunde será porque usted tendrá noticia de ellos, porque lo que es yo... poquita.

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Ruleta rusa